lunes, 31 de enero de 2011

« Alumbre así vuestra luz a los hombres » (Oración al Altísimo)




BENDICIÓN AL SANTÍSIMO


S.: Les diste el pan del cielo.
P.: Que contiene en sí todo deleite.

INTRODUCCIÓN

El Evangelio de este domingo nos sitúa en el contexto del sermón de la montaña. Estamos al inicio de la aventura de Jesús. Ha comenzado en Galilea reclutando discípulos. Ahora los instruye. Su doctrina es provocadora por inaudita. Los pobres, los que lloran, los pacíficos, los que responden al mal con el bien son los dichosos y felices.
Con las bienaventuranzas ha marcado el perfil de sus seguidores. El hombre, la humanidad que Jesús propone y exige a los suyos es la auténtica, aquella que salió de las manos del Creador, la modelada a su imagen y semejanza, la que Jesús mismo representa.
Ahora culmina la catequesis con unas afirmaciones ricas en simbolismo, sus seguidores, los que escuchan su palabra y la siguen, son sal y son luz y lo son no sólo para sí mismos sino para el mundo, por su medio la luz de Cristo alumbrará a todos y darán sabor y sentido a todo vivir.

ORACION-MEDITACIÓN CON JESÚS LUZ DEL MUNDO


“Un cristiano es un tabernáculo del Dios vivo. Él me ha creado, me ha escogido, ha venido a habitarme, porque tenía necesidad de mí. Ahora que habéis aprendido cuánto os ama Dios ¿hay algo que sea más natural para vosotras que pasar el resto de la vida en irradiar este amor? Ser verdaderamente cristiano es acoger plenamente a Cristo y llegar a ser otro Cristo. Es amar como somos amados, como Cristo nos ha amado en la cruz.” Sta. Teresa de Calcuta

Señor Jesucristo, creo que eres el Hijo resucitado y glorioso de Dios Padre y que estás aquí entre nosotros, vivo e intercediendo por mí amándome y queriendo ayudarme. A ti me entrego, confiado/a

¡Porque sé que quieres curarme y eres omnipotente para hacerlo!

Señor Jesús, Te lo ruego: perdona mis pecados, fallas y omisiones y cura, principalmente en mí, mis malos hábitos. Quiero, con tu gracia, perdonar a los que me ofendieron y afligieron.

Jesucristo, mi Dios y mi Amigo, en este instante Te acepto como mi amado Salvador y Señor, único dueño de todas las áreas de mi ser, de todo lo que soy y poseo.

Jesús, mi Señor y Rey, Te pido que entres ahora en mi vida y permanezcas conmigo según lo prometiste: "Estaré siempre contigo, hasta el fin de los tiempos." Yo creo en tu Palabra.

Señor Jesús, yo Te entrego, en este momento, mi mente, mi voluntad
Amen.



MONICIÓN AL EVANGELIO

Mateo, expresa cuál es la misión de los creyentes de todos los tiempos: ser sal y luz para el mundo. Tanto la sal como la luz son elementos necesarios en la vida cotidiana de las familias.
Sal y luz, entonces, hablan de la tarea del seguidor fiel de Jesús: Expresar la fe, su integración con el proyecto de Dios a través del testimonio de vida, a través de las buenas obras, de los buenos frutos; tiene la misión de mantener el sabor y la luminosidad de la Palabra de Dios en todo tiempo y lugar del mundo

EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO 5,13-16)

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos:

«Vosotros sois la sal de la tierra. Mas si la sal se desvirtúa, ¿con qué se la salará? Ya no sirve para nada más que para ser tirada afuera y pisoteada por los hombres.

Vosotros sois la luz del mundo.
No puede ocultarse una ciudad situada en la cima de un monte.

Ni tampoco se enciende una lámpara y la ponen debajo del celemín, sino sobre el candelero, para que alumbre a todos los que están en la casa.
Brille así vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos».
Palabra del Señor


REFLEXIÓN

El cristiano tiene que ser vida y decir no al egoísmo, la codicia y la violencia.

Estamos llamados a anunciar y testimoniar el amor, la solidaridad y la paz como fuerza que transformará la historia.

Solo así podrá resplandecer el Reino de Dios para la humanidad.

No podemos perder el sabor ni la luminosidad cristiana.

Son muchos los que nos quedamos en palabras y más palabras.

Otros en meras prácticas piadosas.

Tenemos que…

Invertir la religión y hacerla espíritu y verdad.

Una religión que busque, por encima de todo, a la fraternidad y al amor.


PRECES

*Al caer la tarde tú Hijo nos ofreció su cuerpo como alimento de vida eterna,
- acepta nuestra oración vespertina y haz que no falten en tu Iglesia vocaciones religiosas al servicio de los más necesitados.
*Padre de bondad, que aceptaste la ofrenda de tu Hijo,
- suscita en nuestras parroquias jóvenes dispuestos a dar su vida por ti en servicio a sus hermanos.
*Te pedimos Señor por las familias cristianas,
- para que sean “Iglesia doméstica” donde puedan nacer futuras vocaciones para la Iglesia universal.
*Te pedimos Señor por los Seminarios y Noviciados
- que los jóvenes que allí se preparan vivan su formación con gozo y generosidad.
*Al llegar a su término esta jornada, haz que no decline en la Iglesia la esperanza de tu Reino,
- enriquécela con numerosas vocaciones a la vida consagrada..
*Dios misericordioso, que hiciste de María un modelo de entrega a los hermanos,
- haz que los jóvenes vean en ella un modelo a imitar.
*Señor, te rogamos por el fruto de la Jornada Mundial de la Juventud,
- para que sea un tiempo de Gracia donde se impulse la vida de fe de nuestros jóvenes y se fortalezca el trabajo con ellos.
*Cristo salvador, tú que eres la luz para alumbrar las naciones,
- ilumina a los que aún te desconocen y haz que crean en ti, Dios verdadero.
*Redentor nuestro y gloria de tu pueblo Israel,
- haz que tu Iglesia sea la luz de las naciones.
*Tú que nos llamas a ser "luz del mundo".
- Ayúdanos a iluminar nuestras vidas. Para que seamos siempre luz.


ORACION FINAL.



María de los jóvenes,
Virgen alegre y valiente,
Mira a todo tu pueblo joven
que necesita un ideal.
Danos un entusiasmo ante la vida,
capacidad de amor hasta la muerte.
Ayúdanos a unimos para trabajar
por la paz y la justicia.
Virgen joven, Virgen del amor,
Virgen de la sonrisa y del compromiso,
ruega por toda la juventud
y por nuestro grupo de oración de San García Abad,
que busca el amor con entusiasmo.
Amén.








Fuentes:
Iluminación Divina
Ana Navarro
Ángel Corbalán
Blog San García Abad.

sábado, 29 de enero de 2011

Jesús no excluye a nadie !!!! (Evangelio dominical)


Jesús no excluye a nadie. A todos anuncia la buena noticia de Dios, pero esta noticia no puede ser escuchada por todos de la misma manera. Todos pueden entrar en su reino, pero no todos de la misma manera, pues la misericordia de Dios está urgiendo antes que nada a que se haga justicia a los más pobres y humillados. Por eso la venida de Dios es una suerte para los que viven explotados, mientras se convierte en amenaza para los causantes de esa explotación.

Jesús declara de manera rotunda que el reino de Dios es para los pobres. Tiene ante sus ojos a aquellas gentes que viven humilladas en sus aldeas, sin poder defenderse de los poderosos terratenientes; conoce bien el hambre de aquellos niños desnutridos; ha visto llorar de rabia e impotencia a aquellos campesinos cuando los recaudadores se llevan hacia Séforis o Tiberíades lo mejor de sus cosechas. Son ellos los que necesitan escuchar antes que nadie la noticia del reino: «Dichosos los que no tenéis nada, porque es vuestro el reino de Dios; dichosos los que ahora tenéis hambre, porque seréis saciados; dichosos los que ahora lloráis, porque reiréis» . Jesús los declara dichosos, incluso en medio de esa situación injusta que padecen, no porque pronto serán ricos como los grandes propietarios de aquellas tierras, sino porque Dios está ya viniendo para suprimir la miseria, terminar con el hambre y hacer aflorar la sonrisa en sus labios.

Él se alegra ya desde ahora con ellos. No les invita a la resignación, sino a la esperanza. No quiere que se hagan falsas ilusiones, sino que recuperen su dignidad. Todos tienen que saber que Dios es el defensor de los pobres. Ellos son sus preferidos. Si su reinado es acogido, todo cambiará para bien de los últimos. Esta es la fe de Jesús, su pasión y su lucha.

Jesús no habla de la «pobreza» en abstracto, sino de aquellos pobres con los que él trata mientras recorre las aldeas. Familias que sobreviven malamente, gentes que luchan por no perder sus tierras y su honor, niños amenazados por el hambre y la enfermedad, prostitutas y mendigos despreciados por todos, enfermos y endemoniados a los que se les niega el mínimo de dignidad, leprosos marginados por la sociedad y la religión.

Aldeas enteras que viven bajo la opresión de las élites urbanas, sufriendo el desprecio y la humillación. Hombres y mujeres sin posibilidades de un futuro mejor. ¿Por qué el reino de Dios va a constituir una buena noticia para estos pobres? ¿Por qué van a ser ellos los privilegiados? ¿Es que Dios no es neutral? ¿Es que no ama a todos por igual?

Si Jesús hubiera dicho que el reino de Dios llegaba para hacer felices a los justos, hubiera tenido su lógica y todos le habrían entendido, pero que Dios esté a favor de los pobres, sin tener en cuenta su comportamiento moral, resulta escandaloso. ¿Es que los pobres son mejores que los demás, para merecer un trato privilegiado dentro del reino de Dios?

Jesús nunca alabó a los pobres por sus virtudes o cualidades. Probablemente aquellos campesinos no eran mejores que los poderosos que los oprimían; también ellos abusaban de otros más débiles y exigían el pago de las deudas sin compasión alguna. Al proclamar las bienaventuranzas, Jesús no dice que los pobres son buenos o virtuosos, sino que están sufriendo injustamente. Si Dios se pone de su parte, no es porque se lo merezcan, sino porque lo necesitan. Dios, Padre misericordioso de todos, no puede reinar sino haciendo ante todo justicia a los que nadie se la hace. Esto es lo que despierta una alegría grande en Jesús: ¡Dios defiende a los que nadie defiende!

Esta fe de Jesús se arraigaba en una larga tradición. Lo que el pueblo de Israel esperaba siempre de sus reyes era que supieran defender a los pobres y desvalidos. Un buen rey se debe preocupar de su protección, no porque sean mejores ciudadanos que los demás, sino simplemente porque necesitan ser protegidos. La justicia del rey no consiste en ser «imparcial» con todos, sino en hacer justicia a favor de los que son oprimidos injustamente. Lo dice con claridad un salmo que presentaba el ideal de un buen rey: «Defenderá a los humildes del pueblo, salvará a la gente pobre y aplastará al opresor...

Librará al pobre que suplica, al desdichado y al que nadie ampara. Se apiadará del débil y del pobre. Salvará la vida de los pobres, la rescatará de la opresión y la violencia. Su sangre será preciosa ante sus ojos». La conclusión de Jesús es clara. Si algún rey sabe hacer justicia a los pobres, ese es Dios, el «amante de la justicia». No se deja engañar por el culto que se le ofrece en el templo. De nada sirven los sacrificios, los ayunos y las peregrinaciones a Jerusalén. Para Dios, lo primero es hacer justicia a los pobres.

Probablemente Jesús recitó más de una vez un salmo que proclama así a Dios:

«Él hace justicia a los oprimidos,

da pan a los hambrientos,

libera a los condenados...

el Señor protege al inmigrante,

sostiene a la viuda y al huérfano».

Si hubiera conocido esta bella oración del libro de Judit, habría gozado: «Tú eres el Dios de los humildes, el defensor de los pequeños, apoyo de los débiles, refugio de los desvalidos, salvador de los desesperados». Así experimenta también Jesús a Dios.


Lectura del santo Evangelio según san Mateo (5, 1-12)

. Al ver estas multitudes, subió a la montaña, y habiéndose sentado, se le acercaron sus discípulos.
Entonces, abrió su boca, y se puso a enseñarles así:
"Bienaventurados los pobres en el espíritu, porque a ellos pertenece el reino de los cielos.
Bienaventurados los afligidos, porque serán consolados.
Bienaventurados los mansos, porque heredarán la tierra.
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque serán hartados.
Bienaventurados los que tienen misericordia, porque para ellos habrá misericordia.
Bienaventurados los de corazón puro, porque verán a Dios.
Bienaventurados los pacificadores, porque serán llamados hijos de Dios.
Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque a ellos pertenece el reino de los cielos.
Dichosos seréis cuando os insultaren, cuando os persiguieren, cuando dijeren mintiendo todo mal contra vosotros, por causa mía.
Gozaos y alegraos, porque vuestra recompensa es grande en los cielos, pues así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros".

Palabra de Dios



COMENTARIO.


Estamos en el domingo IV del tiempo ordinario. Después de escuchar el domingo anterior una llamada a la conversión porque está cerca el reino de los cielos y una invitación a seguir a Jesús, contemplamos en este domingo el programa cristiano de las bienaventuranzas. Una de las páginas más bellas de la Sagrada Escritura.


Las Bienaventuranzas son actitudes o disposiciones del corazón que se nos invitan a tener, si queremos seguir a Jesús. Son modalidades del amor cristiano: pobres por amor, misericordiosos por amor... En ellas se contiene la máxima expresión de lo que significa ser cristiano.

Las bienaventuranzas son los contravalores del mundo en el que estamos viviendo; son lo contrario del poder, del tener, del gozar, del sobresalir...

Las bienaventuranzas presentan unos criterios de felicidad. Todos buscamos la felicidad, cada uno por los caminos que cree convenientes. El camino que nos presenta las bienaventuranzas es un camino paradójico: parece mentira pero es cierto. ¿Cómo ser felices los pobres o los que lloran o los sufridos...?. La felicidad aparece mezclada con el dolor.

Dichosos los pobres de espíritu, los que son sencillos y humildes; los que, por no tener, es más fácil que confíen en Dios que los que tienen, que confían en sus bienes. Se puede ser más feliz viviendo la pobreza de espíritu que estando esclavo del espíritu de riqueza, que estando pendiente del tener, el poder y el gozar.

La primera lectura presenta el resto de Israel como un pueblo pobre y humilde y San Pablo en la segunda lectura incide en la misma idea, diciendo que en la asamblea de los corintios no hay gente destacada, porque Dios ha escogido lo necio del mundo para humillar a los sabios.

Esta primera bienaventuranza es como el pórtico de todas las demás.

Dichosos los sufridos, los que tienen capacidad de aguante ante las adversidades. Dichosos los mansos, traducen otros; los que tiene capacidad de aguante y no responden con violencia a los contratiempos de la vida y de la convivencia. Se puede ser más feliz controlando la violencia que todos llevamos dentro que teniendo agresividad. Se puede ser más feliz renunciando a los propios derechos, por amor, que estando continuamente reclamando los derechos que uno tiene.

Dichosos los que lloran. Difícil bienaventuranza.

Esta bienaventuranza es señal de lo que son todas: un compuesto de cruz y gloria, de dolor y de dicha. Llegaremos a la gloria del cielo, pero hay que pasar por la cruz; llegaremos a la dicha de las bienaventuranzas, pero hay que pasar también por el dolor.

Dichosos los que afrontan con entereza el dolor y las lágrimas, porque después de llorar con todas las lágrimas podrán reír con todas las risas. Se puede ser más feliz asumiendo el dolor y las lágrimas que huyendo de ellos.

Dichosos los que tienen hambre y sed de la justicia, dichosos los que quieren que la voluntad de Dios se cumpla; la justicia es lo que se ajusta a la voluntad de Dios. Se puede llegar a la plenitud de la felicidad cumpliendo la voluntad de Dios, porque su voluntad es nuestra felicidad, más que si nos dedicamos a cumplir nuestra caprichosa voluntad.


Dichosos los misericordiosos, los que son capaces de abrirse a la misericordia de Dios reconociendo las propias miserias, los que experimentan lo que Dios nos quiere a cada uno de nosotros, porque serán capaces de llevar ese amor a todos. Se puede ser más feliz siendo comprensivo, siempre, con los pecados y las miserias de los demás que "llevando cuentas del mal", porque el amor no lleva cuentas del mal, olvida las ofensas.

Dichosos los limpios de corazón. Esta bienaventuranza viene a ser una condena de las falsas purezas, la de quienes tienen todo limpio menos el corazón; la de quienes están dedicados a ser buenos pero no tienen tiempo de hacer el bien. Dichosos los limpios de corazón quizá quiere decir: Dichosos los que todavía mantienen la inocencia. Se puede ser más feliz manteniendo la inocencia primera que siendo un desconfiado de todo para que no te la den. Quizá la vida consiste en recuperar la inocencia.

(Considero que reducir esta bienaventuranza a la ‘pureza’ entendida ésta sexualmente es una reducción ‘enfermiza’. Podemos incluir la sexualidad como limpieza de corazón, pero muy delicada y ampliamente).

Dichosos los que trabajan por la paz. Dichosos los pacificadores, los que se dedican a la reconciliación mas que a la división. Dichosos los que declaran la guerra a las formas ficticias de paz, que esconden injusticias o faltas contra la verdad. Se puede ser más feliz viviendo reconciliados con Dios, con uno mismo y con los demás, que viviendo enemistados y divididos.

Dichosos los perseguidos por causa de la justicia. Dichosos los que son coherentes con su fe y con los valores del evangelio. Dichosos los que, por ser fieles a la voluntad de Dios, encuentran dificultades es su vida. La felicidad de quien es coherente hasta el final es una paz que se debe conquistar superando cualquier dificultad. Se puede ser más feliz siendo coherente con lo que se cree que dejando que la fe no se manifieste en las decisiones de la vida diaria, aunque eso te complique un poco la vida.

Que el Señor nos ayude a vivir el espíritu de las bienaventuranzas y nos haga encontrar la auténtica felicidad.










Fuentes:
Iluminación Divina
José A. Pagola
Pedro Creespo Arias
Imágenes film "De hombres y de Dioses".
Ángel Corbalán

viernes, 28 de enero de 2011

Hoy es.......... Santo Tomás de Aquino !!!

Dios le concedió una sabiduría e inteligencia extraordinarias, en las que profundizó portentosamente y comunicó luego con generosidad.

Santo Tomás de Aquino
El Doctor Angélico
Presbítero y Doctor de la Iglesia
(+1274)


SU VIDA

Nace en el Castillo de Rocaseca, cerca de Nápoles, Italia, en 1225.

Es el último hijo varón de una numerosa familia de doce hijos. Su padre se llamaba Landulfo de Aquino.

Alto, grueso, bien proporcionado, frente despejada, porte distinguido, una gran amabilidad en el trato, y mucha delicadeza de sentimientos.

Cerca del Castillo donde nació estaba el famoso convento de los monjes Benedictinos llamado Monte Casino. Allí lo llevaron a hacer sus primeros años de estudios.

Los monjes le enseñaron a meditar en silencio. Es el más piadoso, meditabundo y silencioso de todos los alumnos del convento. Lo que lee o estudia lo aprende de memoria con una facilidad portentosa.

Continúa sus estudios por cinco años en la Universidad de Nápoles. Allí supera a todos sus compañeros en memoria e inteligencia. Conoce a los Padres Dominicos y se entusiasma por esa Comunidad. Quiere entrar de religioso pero su familia se opone. El religiosos huye hacia Alemania, pero por el camino lo sorprenden sus hermanos que viajan acompañados de un escuadrón de militares y lo ponen preso. No logran quitarle el hábito de dominico, pero lo encierran en una prisión del castillo de Rocaseca.

Tomás aprovecha su encierro de dos años en la prisión para aprenderse de memoria muchísimas frases de la S. Biblia y para estudiar muy a fondo el mejor tratado de Teología que había en ese tiempo, y que después él explicará muy bien en la Universidad.

Sus hermanos al ver que por más que le ruegan y lo amenazan no logran quitarle la idea de seguir de religioso, le envían a una mujer de mala vida para que lo haga pecar. Tomás toma en sus manos un tizón encendido y se lanza contra la mala mujer, amenazándola con quemarle el rostro si se atreve a acercársele. Ella sale huyendo y así al vencer él las pasiones de la carne, logró la Iglesia Católica conseguir un gran santo. Si este joven no hubiera sabido vencer la tentación de la impureza, no tendríamos hoy a este gran Doctor de la Iglesia.

Esa noche contempló en sueños una visión Celestial que venía a felicitarlo y le traía una estola o banda blanca, en señal de la virtud, de la pureza que le concedía Nuestro Señor.

Liberado ya de la prisión lo enviaron a Colonia, Alemania, a estudiar con el más sabio Padre Dominico de ese tiempo: San Alberto Magno. Al principio los compañeros no imaginaban la inteligencia que tenía Tomás, y al verlo tan robusto y siempre tan silencioso en las discusiones le pusieron de apodo: "El buey mudo". Pero un día uno de sus compañeros leyó los apuntes de este joven estudiante y se los presentó al sabio profesor. San Alberto al leerlos les dijo a los demás estudiantes: "Ustedes lo llaman el buey mudo. Pero este buey llenará un día con sus mugidos el mundo entero". Y así sucedió en verdad después.

Sus compañeros de ese tiempo dejaron este comentario: "La ciencia de Tomás es muy grande, pero su piedad es más grande todavía. Pasa horas y horas rezando, y en la Misa, después de la elevación, parece que estuviera en el Paraíso. Y hasta se le llena el rostro de resplandores de vez en cuando mientras celebra la Eucaristía.

A los 27 años, en 1252, ya es profesor de la famosísima Universidad de París. Sus clases de teología y filosofía son las más concurridas de la Universidad. El rey San Luis lo estima tanto que lo consulta en todos los asuntos de importancia. Y en la Universidad es tan grande el prestigio que tiene y su ascendiente sobre los demás, que cuando se traba una enorme discusión acerca de la Eucaristía y no logran ponerse de acuerdo, al fin los bandos aceptan que sea Tomás de Aquino el que haga de árbitro y diga la última palabra, y lo que él dice es aceptado por todos sin excepción.

En 1259 el Sumo Pontífice lo llama a Italia y por siete años recorre el país predicando y enseñando, y es encargado de dirigir el colegio Pontificio de Roma para jóvenes que se preparan para puestos de importancia especial.

En 4 años escribe su obra más famosa: "La Suma Teológica", obra portentosa en 14 tomos, donde a base de Sagrada Escritura, de filosofía y teología y doctrina de los santos va explicando todas las enseñanzas católicas. Es lo más profundo que se haya escrito en la Iglesia Católica.

En Italia la gente se agolpaba para escucharle con gran respeto como a un enviado de Dios, y lloraban de emoción al oírle predicar acerca de la Pasión de Cristo, y se emocionaban de alegría cuando les hablaba de la Resurrección de Jesús y de la Vida Eterna que nos espera.

El Romano Pontífice le encargó que escribiera los himnos para la Fiesta del Cuerpo y Sangre de Cristo, y compuso entonces el Pangelingua y el Tantumergo y varios otros bellísimos cantos de la Eucaristía (dicen que el Santo Padre encargó a Santo Tomás y a San Buenaventura que cada uno escribiera unos himnos, pero que mientras oía leer los himnos tan bellos que había compuesto Santo Tomás, San Buenaventrua fue rompiendo los que él mismo había redactado, porque los otros le parecían más hermosos). Después de haber escrito tratados hermosísimos acerca de Jesús en la Eucaristía, sintió Tomás que Jesús le decía en una visión: "Tomás, has hablado bien de Mi. ¿Qué quieres a cambio?". Y el santo le respondió: "Señor: lo único que yo quiero es amarte, amarte mucho, y agradarte cada vez más".

De tal manera se concentraba en los temas que tenía que tratar, que un día estando almorzando con el rey, de pronto dio un puñetazo a la mesa y exclamó: "Ya encontré la respuesta para tal y tal pregunta". Después tuvo que presentar excusas al rey por estar pensando en otros temas distintos a los que estaban tratando los demás en la conversación.

Pocos meses antes de morir tuvo una visión acerca de lo sobrenatural y celestial, y desde entonces dejó de escribir. Preguntado por el Hermano Reginaldo acerca de la causa por la cual ya no escribía más, exclamó: "Es que, comparando con lo que vi en aquella visión, lo que he escrito es muy poca cosa".

Santo Tomás logró que la filosofía de Aristóteles llegara a ser parte de las enseñanzas de los católicos. Este santo ha sido el más famoso profesor de filosofía que ha tenido la Iglesia.

Tan importantes son sus escritos que en el Concilio de Trento (o sea la reunión de los obispos del mundo), los tres libros de consulta que había sobre la mesa principal eran: la Sagrada Biblia, los Decretos de los Papas, y la Suma Teológica de Santo Tomás.

Decía nuestro santo que él había aprendido más, arrodillándose delante del crucifijo, que en la lectura de los libros. Su secretario Reginaldo afirmaba que la admirable ciencia de Santo Tomás provenía más de sus oraciones que de su ingenio. Este hombre de Dios rezaba mucho y con gran fervor para que Dios le iluminara y le hiciera conocer las verdades que debía explicar al pueblo.

Su humildad: Cumplía exactamente aquel consejo de San Pablo: "Consideren superiores a los demás". Siempre consideraba que los otros eran mejores que él. Aun en las más acaloradas discusiones exponía sus ideas con total calma; jamás se dejó llevar por la cólera aunque los adversarios lo ofendieran fuertemente y nunca se le oyó decir alguna cosa que pudiera ofender a alguno. Su lema en el trato era aquel mandato de Jesús: "Tratad a los demás como deseáis que los demás os traten a vosotros".

Su devoción por la Virgen María era muy grande. En el margen de sus cuadernos escribía: "Dios te salve María". Y compuso un tratado acerca del Ave María.

SU MUERTE

El Sumo Pontífice lo envió al Concilio de Lyon, pero por el camino se sintió mal y fue recibido en el monasterio de los monjes cistercienses de Fosanova.

Cuando le llevaron por última vez la Sagrada Comunión exclamó:

"Ahora te recibo a Ti mi Jesús, que pagaste con tu sangre el precio de la redención de mi alma.
Todas las enseñanzas que escribí manifiestan mi fe en Jesucristo y mi amor por la Santa Iglesia Católica, de quien me profeso hijo obediente".

Murió el 7 de marzo de 1274 a la edad de 49 años.

Fue declarado santo en 1323 apenas 50 años después de muerto.

Y sus restos fueron llevados solemnemente a la Catedral de Tolouse un 28 de enero.

Por eso se celebra en este día su fiesta.






Oración a Santo Tomás de Aquino


Angélico doctor Santo Tomás, gloria inmortal de la religión, columna firmísima de la Iglesia, varón santísimo y sapientísimo, que por los admirables ejemplos de tu inocente vida fuiste elevado a la cumbre de una perfección consumada, y con tus prodigiosos escritos eres martillo de los herejes, luz de maestros y doctores, y milagro estupendo de sabiduría;

¡Oh! quien acertara, Santo mío, a ser en virtud y letras verdadero discípulo, aprendiendo en el libro de vuestras virtudes y en las obras que con tanto acierto escribiste la ciencia de los santos, que es la verdadera y única sabiduría.

¡Quién supiera hermanar, como vos, la doctrina con la modestia, y la alta inteligencia con la profunda humildad! Alcanzadme del Señor esta gracia, junto con el inestimable don de la pureza y haced que, practicando tu doctrina y siguiendo tus ejemplos, consiga la eterna bienaventuranza.
Amén.







Fuente:
Santoral Católico
Ángel Corbalán

jueves, 27 de enero de 2011

Jóvenes consagrados, un reto para el mundo !!! (Pastoral del Obispado)

“Firmes en la fe (Col 2, 7),
Jóvenes consagrados, un reto para el mundo”



Mis queridos diocesanos:

El día 2 de febrero de 2011, Fiesta de la Presentación del Señor, celebra la Iglesia la Jornada Mundial de la Vida Consagrada. El lema de esta Jornada reza así: “Firmes en la fe (Col 2,7), Jóvenes consagrados, un reto para el mundo”. Este lema nos relaciona vivamente con la Jornada Mundial de la Juventud, que se celebrará en Madrid en agosto de este año 2011.

Los consagrados y consagradas, que han recibido en la comunidad cristiana la extraordinaria llamada de vivir entregados totalmente a Dios y al servicio del prójimo en la caridad, comunican su alegría a todos los jóvenes, tanto a los que comparten nuestra fe como a los que vacilan, dudan o no creen, a fin de que puedan vivir la experiencia del Señor Jesús resucitado y vivo, y de su amor por cada uno de nosotros

1. Firmes en la fe (Col 2, 7)





El Papa Juan Pablo II, próxima ya su beatificación, al instituir la Jornada Mundial de la Vida Consagrada eligió la fiesta de la Presentación del Señor Jesús “Luz para alumbrar a las naciones” (Lc 2,22). De modo análogo, la Vida Consagrada, por su oblación y consagración, acerca a todos los hombres y mujeres a ese rayo de luz, al Dios vivo.

El lema de esta Jornada, Firmes en la fe (Col 2, 7), significa para un cristiano, y, sobre todo, para un consagrado, estar arraigado con Alguien que es quien más se corresponde con las verdaderas exigencias de mi vida. Es el encuentro con un Dios vivo que cotidianamente me llama por mi nombre. San Agustín tenía razón cuando gritaba: nuestro está inquieto, hasta que no descanse en Ti. Dios es vida, y cada persona tiende a la vida.


2. Los jóvenes y la modernidad



Hace unos años decía el Papa Juan Pablo II en el Encuentro de Cuatro Vientos (Madrid): “Hoy se puede ser un joven moderno y vivir el Evangelio”. A los jóvenes la modernidad no solo les plantea interrogantes, con frecuencia vitales, sino que también toca la entraña misma de su ser religioso. Su testimonio fundamental tropieza, pues, con un mundo secularizado, donde apenas se escucha la voz del Maestro: “si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame” (Mt 6,24). Seguir a Cristo hoy, en este mundo, afecta a cada vocacionado en su intimidad más profunda. Seguir a Cristo requiere “hacerse conforme Él”, que se hizo servidor de todos, como fruto de la gracia y de la presencia operante del Espíritu Santo, para hacer que el discípulo se asemeje a su Señor Jesucristo, configurándose con Él. Después, comunitariamente, cada forma de vida consagrada según el carisma recibido, se explicita en múltiples formas de vida personal y apostólica como conocemos diocesanamente, salvada la diversidad de cada Instituto.

3. Los jóvenes y los grandes desafíos de la sociedad actual


Mis queridos jóvenes, la Vida Consagrada ha de afrontar los grandes desafíos de la sociedad actual con su testimonio profético, desde la fidelidad dinámica propia de cada carisma en sus campos de acción: el contemplativo, el misionero, el de la educación y la cultura, el de las comunicaciones sociales, el diálogo ecuménico e interreligioso, y el mundo de los enfermos y los pobres, siempre como una respuesta de espiritualidad evangelizadora.

La Vida Consagrada se caracteriza por su constitutiva imitación a Jesucristo y la consiguiente entrega a la misión de la Iglesia. Precisamente porque la llamada de seguir a Jesucristo de cerca, a fondo y con donación exclusiva, perpetua y total, hasta el martirio, en virtud de su especial consagración que la convierte en signo de Cristo hombre-Dios. Sobre todo, por los consejos evangélicos que asume en el seguimiento de Cristo pobre, casto y obediente, entregado a la voluntad del Padre, a la que nada se debe anteponer.

4. La Jornada Mundial de la Juventud, fuente de vocaciones consagradas

La sucesivas Jornadas Mundiales de la Juventud, convocadas por el venerado Papa Juan Pablo II y ahora por el Papa Benedicto XVI, intensifican en los jóvenes el deseo de conocer a Jesús y entregarse a Él. Tenemos testimonios elocuentes de jóvenes que han recibido la llamada a la Vida Consagrada en estas Jornadas. Recuerdo, por ejemplo, el de Sor Jerusalén María del Cordero (23 años): “El Señor, por medio de la Iglesia, confirmó mi vocación en la Jornada Mundial de la Juventud de Colonia 2005, a la que asistí dos meses antes de mi entrada en el monasterio. Se sirvió del lema Hemos venido a adorarlo, y las Palabras del Santo Padre, con las que de nuevo Él me invitaba a hacer de mi vida una eucaristía y una adoración continua”. Ella encontró la llamada en Colonia, y tú ¿por qué no encontrarla en Madrid?

El Papa Benedicto XVI afirma: “Quien deja entrar a Cristo no pierde nada, nada, -absolutamente nada- de lo que hace la vida libre, bella y grande. ¡No! Solo con esta amistad se abren realmente las grandes potencialidades de la condición humana... Queridos jóvenes: ¡No tengáis miedo de Cristo! Él no quita nada, y lo da todo. Quien se da a Él, recibe el ciento por uno. Sí, abrid de par en par las puertas a Cristo, y encontraréis la verdadera vida” (Benedicto XVI, Exhortación Apostólica Verbum Domini, n. 104).

5. Dios sigue llamando


Vivimos tiempos de cambios acelerados que afectan a la persona y a la sociedad. Este tercer milenio es un nuevo reto que hará experimentar a la Vida Consagrada situaciones inéditas. Como afirma el Papa Benedicto XVI: “Dios está vivo” y, aunque el hombre de nuestro tiempo se empeñe en vivir de espaldas a Dios, “Dios está vivo” y no faltarán los hombres y mujeres consagrados que hablen del Dios vivo. Como afirmaba el venerado Papa Juan Pablo II, dirigiéndose a los consagrados: “¡Vosotros no solamente tenéis una historia gloriosa que recordar y contar, sino “una gran historia que construir”. Poned los ojos en el futuro, hacia el que el Espíritu os impulsa para seguir haciendo con vosotros grandes cosas” (Mensaje de la 1ª Jornada de la Vida Consagrada 1997, n. 1).

6. Testimonio de la Vida Consagrada en la Diócesis


Mis queridos miembros de la Vida Consagrada de nuestra Iglesia de Cádiz y Ceuta: Vosotros os caracterizáis por vuestra riqueza evangélica, y por vuestra extraordinaria capacidad de adaptación a las nuevas situaciones de la vida eclesial, teniendo en cuenta que nuestro mundo empobrecido necesita de testimonios vivos en contacto permanente con el misterio de Dios vivo, como huella de la Trinidad en la historia, como fermento de fraternidad y solidaridad, como testigos del servicio desinteresado en la caridad presente en todos los rincones de la Diócesis.

Vuestro testimonio de amor, con corazón pobre, obediente e indiviso a Cristo os lleva al permanente protagonismo de la primera y nueva evangelización, estando presentes en todos los horizontes de la tierra, en la predilección constante por los pobres, la promoción de la justicia y el cuidado de los enfermos.

7. Orar sin desfallecer

El mismo Jesús nos invitó a orar por las vocaciones. Nuestra oración, pues, pide al Señor unos consagrados de un espíritu evangélico vivo y robusto, “capitanes esforzados”, que decía santa Teresa, capaces de enfrentarse a los retos de esta hora, de espolear a la gente flaca y de animar a los pequeños... “Si no - añadía la santa castellana- es mejor que no salgan”. “En épocas de crisis sólo hombre y mujeres de fe, arraigados en la fe, de oración, de profunda unión con Cristo y a la vez con todos los hombres, como hijos de Dios, ofrecen garantía de fidelidad”.

Lo que a nosotros nos toca ahora es orar sin desfallecer y confiar. Las súplicas serán atendidas en la medida que sean perseverantes, humildes y confiadas. Dios nos lo irá mostrando día a día.

Reza por vosotros, os quiere y bendice,



+ Antonio Ceballos Atienza
Obispo de Cádiz y Ceuta

Cádiz, 25 de enero de 2011.









Fuentes:
Obispado Diócesis de Cádiz y Ceuta
Ángel Corbalán.

martes, 25 de enero de 2011

"Saulo, Saulo, ¿Por qué me persigues? " (La conversión de Pablo)

Hoy, celebramos La Conversión de San Pablo


La Sagrada Biblia, en el capítulo 9 de los Hechos de los Apóstoles, narra así La Conversión de San Pablo:La Conversión de San Pablo

"Saulo, respirando amenazas de muerte contra los discípulos del Señor, se presentó al Sumo Sacerdote y le pidió cartas de recomendación para las sinagogas de los judíos de Damasco, para que si encontraba algunos seguidores de Cristo, los pudiera llevar presos y encadenados a Jerusalén.

Y sucedió que yendo de camino, cuando estaba cerca de Damasco, de repente le rodeó una luz venida del cielo; cayó en tierra y oyó una voz que le decía: "Saulo, Saulo, ¿Por qué me persigues?".


El respondió: ¿Quién eres tú Señor? Y oyó que le decían: "Yo soy Jesús a quien tú persigues. Pero ahora levántate; entra en la ciudad, y allí se te dirá lo que tendrás que hacer".

Los hombres que iban con él se habían detenido mudos de espanto, pero no veían a nadie. Saulo se levantó del suelo, y aunque tenía los ojos abiertos no veía nada. Lo llevaron de la mano y lo hicieron entrar en Damasco. Pasó tres días sin comer y sin beber.

Había en Damasco un discípulo llamado Ananías. El Señor le dijo en una visión: ¡Ananías! El respondió: "Aquí estoy Señor" y el Señor le dijo: "Levántate. Vete a la calle Recta y pregunta en la casa de Judas por uno de Tarso que se llama Saulo; mira: él está en oración y está viendo que un hombre llamado Ananías entra y le coloca las manos sobre la cabeza y le devuelve la vista.

Respondió Ananías y dijo: "Señor, he oído a muchos hablar de ese hombre y de los males que ha causado a tus seguidores en Jerusalén, y que ha venido aquí con poderes de los Sumos Sacerdotes para llevar presos a todos los que creen en tu nombre".

El Señor le respondió: "Vete, pues a éste lo he elegido como un instrumento para que lleve mi nombre ante los que no conocen la verdadera religión y ante los gobernantes y ante los hijos de Israel. Yo le mostraré todo lo que tendrá que padecer por mi nombre".

Fue Ananías. Entró en la casa. Le colocó sus manos sobre la cabeza y le dijo: "Hermano Saulo: me ha enviado a ti el Señor Jesús, el que se te apareció en el camino por donde venías. Y me ha enviado para que recobres la vista y seas lleno del Espíritu Santo". Al instante se le cayeron de los ojos unas como escamas y recobró la vista. Se levantó y fue bautizado. Tomó alimento y recobró las fuerzas.

Estuvo algunos días con los discípulos de Damasco y enseguida se puso a predicar en favor de Jesús, en las sinagogas o casas de oración, y decía que Jesús es el Hijo de Dios. Todos los que lo escuchaban quedaban admirados y decían: ¿No es éste el que en Jerusalén perseguía tan violentamente a los que invocaban el nombre de Jesús? Y ¿No lo habían enviado los Sumos Sacerdotes con cartas de recomendación para que se llevara presos y encadenados a los que siguen esa religión? "Pero Saulo seguía predicando y demostraba a muchos que Jesús es el Mesías, el salvador del mundo".


Saulo se cambió el nombre por el de Pablo. Y en la carta a los Gálatas dice: "Cuando Aquél que me llamó por su gracia me envió a que lo anunciara entre los que no conocían la verdadera religión, me fui a Arabia, luego volví a Damasco y después de tres años subí a Jerusalén para conocer a Pedro y a Santiago". Las Iglesias de Judea no me conocían pero decían: "El que antes nos perseguía, ahora anuncia la buena noticia de la fe, que antes quería destruir". Y glorificaban a Dios a causa de mí.

Apóstol San Pablo: que tu conversión sea como un ideal para todos y cada uno de nosotros. Que también en el camino de nuestra vida nos llame Cristo y nosotros le hagamos caso y dejemos nuestra antigua vida de pecado y empecemos una vida dedicada a la santidad, a las buenas obras y al apostolado.



Si lo que busco es agradar a la gente, no seré siervo de Cristo.







Fuentes:
Iluminación Divina
Santoral católico
Ángel Corbalán
Blog Parroquia San Garcia Abad

lunes, 24 de enero de 2011

“Te seguiremos a donde vayas”. (Oración por la unidad de los cristianos.)

Tradicionalmente, la Semana de oración por la unidad de los cristianos se celebra del 18 al 25 de enero.
Estas fechas fueron propuestas en 1908 por Paul Watson para cubrir el periodo entre la fiesta de san Pedro y la de san Pablo.

Esta elección tiene un significado simbólico. En el hemisferio Sur, donde el mes de enero es tiempo de vacaciones de verano, se prefiere adoptar igualmente otra fecha, por ejemplo en torno a Pentecostés (sugerido por el movimiento Fe y Constitución en 1926) que representa también otra fecha simbólica para la unidad de la Iglesia.

Guardando esta flexibilidad de espíritu, os animamos a considerar estos textos como una invitación para encontrar otras ocasiones, a lo largo del año, y expresar el grado de comunión que las Iglesias ya han alcanzado, y orar juntas para llegar a la plena unidad querida por Cristo.


ALABANZAS AL SANTÍSIMO

Bendito sea Dios.

Bendito se a su santo nombra.

Bendito sea Jesucristo, Verdadero Dios, Verdadero Hombre.

Bendito sea el nombre de Jesús.

Bendito sea su sacratísimo corazón.

Bendito sea Jesús en el Santísimo Sacramento del Altar.

Bendito sea el Espíritu Santo Paráclito.

Bendita sea la excelsa Madre de Dios, María Santísima.

Bendita sea su santa e inmaculada Concepción.

Bendita sea su gloriosa Asunción.

Bendita sea el nombre de María, Virgen y Madre.

Bendito sea san José, su castísimo Esposo.

Bendito sea Dios en sus ángeles y en sus santos.

INTRODUCCIÓN:


La asiduidad de los primeros cristianos a la enseñanza de los apóstoles, a la comunión fraterna, a la fracción del pan y a las oraciones sobre todo fue posible con el poder de vida de Jesús resucitado. Este poder continúa actuando, como dan prueba los cristianos de la Jerusalén actual. A pesar de las dificultades de la situación donde se encuentran, y cualquiera que sea la posible semejanza con Getsemaní y Gólgota, saben en la fe que todo se renueva en la verdad de la resurrección de Jesús de entre los muertos.
La luz y la esperanza de la resurrección transforman todo. Como anunció Isaías, la oscuridad se cambia en luz; todos los pueblos son iluminados. La fuerza de la resurrección irradia desde Jerusalén, lugar de la Pasión del Señor, y atrae a todas las naciones hacia su claridad. Es una nueva vida, donde la violencia se descarta y donde se encuentra seguridad en la salvación y la alabanza.


MEDITACIÓN:

Aprender el lenguaje del amor

“Espiritualidad de la comunión significa capacidad de sentir al hermano de fe en la unidad profunda del Cuerpo Místico y, por tanto, como ‘uno que me pertenece’, para saber compartir sus alegrías y sus sufrimientos, para intuir sus deseos y atender a sus necesidades, para ofrecerle una verdadera y profunda amistad” (Juan Pablo II).

Comienza tu oración envuelto(a) en la presencia de Dios. Hazlo con la señal de los cristianos. Santíguate despacio, recreando lo que haces y dices.

¡Ven Espíritu Santo! Alimenta en mí un amor universal. Enciende en mis adentros la llama del amor.

CANTO AL ESPÍRITU SANTO

Quédate un momento en silencio. Dale espacio a tu corazón. Coloca tu corazón paralítico junto a Jesús. En la intimidad con Jesús tu corazón empezará a caminar de nuevo, aprenderá el lenguaje del amor. Cuando oras te encuentras ante un Misterio de amor. Abre hoy tus manos y tu corazón para acoger a Dios.

Aquí estoy, mi Dios, ante ti, abierto(a) al regalo inmenso de tu amor. Sé que solo Tú puedes llenar mi corazón.
Escucha el lenguaje siempre nuevo que Dios te comunica a ti y a toda la humanidad: “Yo soy amor y te busco para amarte”.
Responde a este amor desde el silencio, “el lenguaje que Dios más oye solo es el callado amor” (San Juan de la Cruz).

Exhalaste tu perfume, y respiré y suspiro por Ti. Gusté de Ti, y siento hambre y sed. Me tocaste, y me abraso en tu paz. Te amo, mi Señor, te amo. Gracias te doy por saber que te amo.
Acoge este consejo de una amiga de Dios, de una santa.
Sonreír es una hermosa manera de amar y de orar (Madre Teresa de Calcuta)


MONICIÓN AL EVANGELIO


Según el Evangelio, esta vida de resucitado no es un simple concepto o una idea alentadora; ella se arraiga en un acontecimiento vivo en el tiempo y en el espacio. Es el acontecimiento que nos relata la lectura del Evangelio de manera muy humana y expresiva. Desde Jerusalén, el Señor resucitado saluda a sus discípulos de todas las épocas, pidiéndonos a todos seguirlo sin temor. Va delante de nosotros.

LECTURA DEL EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO 28, 1-10


Pasado el sábado, al alborear el primer día de la semana, María Magdalena y la otra María fueron a ver el sepulcro.
De pronto se produjo un gran terremoto, pues el Ángel del Señor bajó del cielo y, acercándose, hizo rodar la piedra y se sentó encima de ella.
Su aspecto era como el relámpago y su vestido blanco como la nieve.
Los guardias, atemorizados ante él, se pusieron a temblar y se quedaron como muertos.
El Ángel se dirigió a las mujeres y les dijo: Vosotras no temáis, pues sé que buscáis a Jesús, el Crucificado;
no está aquí, ha resucitado, como lo había dicho. Venid, ved el lugar donde estaba.
Y ahora id enseguida a decir a sus discípulos: "Ha resucitado de entre los muertos e irá delante de vosotros a Galilea; allí le veréis." Ya os lo he dicho.
Ellas partieron a toda prisa del sepulcro, con miedo y gran gozo, y corrieron a dar la noticia a sus discípulos.
En esto, Jesús les salió al encuentro y les dijo: ¡Dios os guarde! Y ellas, acercándose, se asieron de sus pies y le adoraron.
Entonces les dice Jesús: No temáis. Id, avisad a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán.

PALABRA DEL SEÑOR



REFLEXIÓN

La resurrección de Jesús crea la Iglesia. Los discípulos se dispersaron en el momento de la pasión y de la muerte. Jesús resucitado los vuelve a convocar y establece definitivamente su familia, la Iglesia, que es la comunidad de los que han conocido la Buena Noticia de la resurrección y en la que se comparte y aviva la experiencia del Resucitado.

Así fue el comienzo de todo. Hoy sigue siendo el fundamento de todo. La afirmación más concluyente y taxativa es la de Pablo de Tarso : “si Cristo no resucitó vana es nuestra predicación, vana también es nuestra fe”.
La Iglesia no es otra cosa que la heredera del pensamiento y de la palabra de Jesús, a quien Dios resucitó, para confirmar que era el enviado del Padre. Su misión en la sociedad de hoy, la única razón de su existencia, es hacer visible con el testimonio de sus actos la validez del proyecto de Jesús. Esta es nuestra fe. Otra cosa distinta es que los que formamos parte de ella estemos a la altura de nuestras creencias.

Padre celestial.


Te damos gracias y te alabamos por el don de Jesús, tu único Hijo; por su nacimiento en Belén; su ministerio en toda la Tierra Santa, su muerte en la cruz, su resurrección y su ascensión. El ha venido a rescatar esta tierra y el mundo. El ha venido como Príncipe de la Paz.
Te damos gracias por todas las Iglesias y parroquias del mundo que se unen a nuestra oración de hoy por la paz. Nuestra Ciudad Santa y nuestra tierra necesitan mucho la paz. En tu inefable misterio y tu amor para con todos, haz que la fuerza de tu redención y de tu paz supere todas las barreras de culturas y religiones, y llene el corazón de todos los que te sirven aquí, los de los dos pueblos, israelí y palestino, y de todas las religiones. Envíanos responsables políticos dispuestos a dedicar su vida a una paz justa para sus pueblos.
Dales el valor de firmar un tratado de paz que ponga fin a la ocupación impuesta por un pueblo sobre otro, concede la libertad a los palestinos, da la seguridad a los israelíes y libéranos a todos del temor. Danos responsables que comprendan la santidad de nuestra ciudad y que la abren a todos sus habitantes, palestinos e israelíes, y a todo el mundo.
Sobre esta tierra que tú has santificado, libéranos a todos de los pecados de odio y asesinato. Libera las almas y los corazones de los israelíes y palestinos de este pecado. Concede la liberación a los habitantes de Gaza que conocen interminables pruebas y amenazas.
Ponemos en ti nuestra confianza, Padre celestial. Creemos que eres bueno y que tu bondad triunfará sobre los males de la guerra y el odio en nuestra tierra.
Imploramos tu bendición, especialmente sobre los niños y los jóvenes, para que su temor y la angustia del conflicto cambien a la alegría y a la felicidad de la paz. Oramos también por las personas mayores y minusválidas, por su propio bienestar y porque aporten la contribución que les es posible para el futuro de esta tierra.
Oramos finalmente por los refugiados, dispersados por el mundo a causa de este conflicto.
Tú, Dios nuestro, concede a los políticos y a los gobernantes que tienen responsabilidad la sabiduría y el valor de encontrar soluciones justas y adaptadas.
Todo eso, te pedimos en nombre de Jesús. Amén.

LETANIA DE LA UNIDAD DE LOS CRISTIANOS



P.: En Cristo el mundo se reconcilia con Dios que nos confía el mensaje de la reconciliación. Somos embajadores de Cristo, encargados de su obra de reconciliación, y elevamos a Dios nuestras preces:
L.: Cuando oramos juntos en la diversidad de nuestras tradiciones,
A.: Tú el Santo, tú que nos unes, haz visible nuestra unidad y da al mundo la curación.
L.: Cuando leemos la Biblia juntos en la diversidad de nuestras lenguas y nuestros contextos de vida,
A.: Tú que te revelas, tú que nos unes, haz visible nuestra unidad y da al mundo la curación.
L.: Cuando establecemos relaciones amistosas entre judíos, cristianos y musulmanes, cuando destruimos las paredes de indiferencia y odio,
A.: Tú el misericordioso, tú que nos unes, haz visible nuestra unidad y da al mundo la curación.
L.: Cuando trabajamos por la justicia y la solidaridad, cuando pasamos del temor a la confianza,
A.: Tú que fortificas, tú que nos unes, haz visible nuestra unidad y da al mundo la curación.
L.: Por todas partes donde se sufre guerra y violencia, injusticia y desigualdades, enfermedad y prejuicios, pobreza y desesperación, atráenos hacia la cruz de Cristo y los unos hacia los otros,
A.: Tú que fuiste herido, tú que nos unes, haz visible nuestra unidad y da al mundo la curación.
P.: Con los cristianos de Tierra Santa, damos testimonio también del nacimiento de Jesucristo en Belén, de su ministerio en Galilea, de su muerte y su resurrección, y de la llegada del Espíritu Santo en Jerusalén; imploramos la paz y la justicia para todos, en la segura y firme esperanza de la llegada de tu reino,
A.: Tú Dios trinitario, tú que nos unes, haz visible nuestra unidad y da al mundo la curación

ORACIÓN FINAL


Dios, que proteges a la viuda, al huérfano y al extranjero en un mundo donde muchos conocen la desesperación, tú has resucitado a tu Hijo Jesús para llevar esperanza a la humanidad y renovación a tierra. Sigue consolidando y unificando tu Iglesia en sus luchas contra las fuerzas de la muerte en un mundo donde la violencia hacia la creación y hacia la humanidad obscurecen la esperanza en la nueva vida que tú ofreces. Te lo pedimos en nombre de Cristo resucitado, en la fuerza de su Espíritu. Amén.

Santa María, Madre de Dios! Queremos consagrarnos a Ti.
Porque eres Madre de Dios y Madre nuestra.
Porque tu Hijo Jesús nos confió a Ti.
Porque has querido ser Madre de la Iglesia.






Fuentes:
Iluminación Divina
Ana Navarro
Ángel Corbalán
Blog Parroquia san García Abad.

sábado, 22 de enero de 2011

Seguidle..........está cerca el reino de Dios !!! (Evangelio dominical)


El Evangelio de hoy nos presenta el comienzo de la vida pública de Jesús. No pudo tener un principio más humilde ni sencillo. Nada que ver con las grandes ceremonias que nos gusta hacer en nuestros días para marcar el comienzo de los grandes eventos.

Pensemos en las ceremonias inaugurales, por ejemplo, de los juegos olímpicos, donde parece que el país anfitrión se juega el prestigio. O recordemos la ceremonia de inauguración de la presidencia en Estados Unidos, con miles de invitados aguantando el frío de enero al aire libre. También en la Iglesia nos gustan las grandes ceremonias y liturgias con miles y miles de asistentes.

A veces esas ceremonias tan grandilocuentes –las civiles y las eclesiales– resulta que son más apariencia que realidad. Se parecen a esos decorados de cine en los que las casas no tienen más que la fachada.

Lo de Jesús comenzó de otra manera diferente. Muy diferente. Nada de grandes ceremonias inaugurales. Fuera toda grandilocuencia. Nada de discursos programáticos. Mucho menos lo de tener miles de invitados, servicio de seguridad, fuegos artificiales y tantas otras cosas que nos encanta poner en esos eventos.

Jesús se retira a Galilea y allí comienza a ir de pueblo en pueblo, predicando el mensaje más sencillo que nos podamos imaginar: “Convertíos, porque está cerca el Reino de los cielos.”


SEGUIDORES

Cuando Jesús se entera de que el Bautista ha sido encarcelado, abandona su aldea de Nazaret y marcha a la ribera del lago de Galilea para comenzar su misión. Su primera intervención no tiene nada de espectacular. No realiza un prodigio. Sencillamente, llama a unos pescadores que responden inmediatamente a su voz: "Seguidme".

Así comienza el movimiento de seguidores de Jesús. Aquí está el germen humilde de lo que un día será su Iglesia. Aquí se nos manifiesta por vez primera la relación que ha de mantenerse siempre viva entre Jesús y quienes creen en él. El cristianismo es, antes que nada, seguimiento a Jesucristo.

Esto significa que la fe cristiana no es sólo adhesión doctrinal, sino conducta y vida marcada por nuestra vinculación a Jesús. Creer en Jesucristo es vivir su estilo de vida, animados por su Espíritu, colaborando en su proyecto del reino de Dios y cargando con su cruz para compartir su resurrección.

Nuestra tentación es siempre querer ser cristianos sin seguir a Jesús, reduciendo nuestra fe a una afirmación dogmática o a un culto a Jesús como Señor e Hijo de Dios. Sin embargo, el criterio para verificar si creemos en Jesús como Hijo encarnado de Dios es comprobar si le seguimos sólo a él.

La adhesión a Jesús no consiste sólo en admirarlo como hombre ni en adorarlo como Dios. Quien lo admira o lo adora, quedándose personalmente fuera, sin descubrir en él la exigencia a seguirle de cerca, no vive la fe cristiana de manera integral. Sólo el que sigue a Jesús se coloca en la verdadera perspectiva para entender y vivir la experiencia cristiana de forma auténtica.

En el cristianismo actual vivimos una situación paradójica. A la Iglesia no sólo pertenecen los que siguen o intentan seguir a Jesús, sino, además, los que no se preocupan en absoluto de caminar tras sus pasos. Basta estar bautizado y no romper la comunión con la institución, para pertenecer oficialmente a la Iglesia de Jesús, aunque jamás se haya propuesto seguirle.

Lo primero que hemos de escuchar de Jesús en esta Iglesia es su llamada a seguirle sin reservas, liberándonos de ataduras, cobardías y desviaciones que nos impiden caminar tras él. Estos tiempos de crisis pueden ser la mejor oportunidad para corregir el cristianismo y mover a la Iglesia en dirección hacia Jesús.

Hemos de aprender a vivir en nuestras comunidades y grupos cristianos de manera dinámica, con los ojos fijos en él, siguiendo sus pasos y colaborando con él en humanizar la vida. Disfrutaremos de nuestra fe de manera nueva.


Lectura del santo evangelio según san Mateo (4,12-23):

Al enterarse Jesús de que habían arrestado a Juan, se retiró a Galilea. Dejando Nazaret, se estableció en Cafarnaún, junto al lago, en el territorio de Zabulón y Neftali. Así se cumplió lo que había dicho el profeta Isaías: «País de Zabulón y país de Neftalí, camino del mar, al otro lado del Jordán, Galilea de los gentiles. El pueblo que habitaba en tinieblas vio una luz grande; a los que habitaban en tierra y sombras de muerte, una luz les brilló.»
Entonces comenzó Jesús a predicar diciendo: «Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos.»
Pasando junto al lago de Galilea, vio a dos hermanos, Simón, al que llaman Pedro, y Andrés, su hermano, que estaban echando el copo en el lago, pues eran pescadores.
Les dijo: «Venid y seguidme, y os haré pescadores de hombres.»
Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron. Y, pasando adelante, vio a otros dos hermanos, a Santiago, hijo de Zebedeo, y a Juan, que estaban en la barca repasando las redes con Zebedeo, su padre. Jesús los llamó también. Inmediatamente dejaron la barca y a su padre y lo siguieron. Recorría toda Galilea, enseñando en las sinagogas y proclamando el Evangelio del reino, curando las enfermedades y dolencias del pueblo.

Palabra del Señor


COMENTARIO.

Estamos en el tercer domingo del tiempo ordinario; y celebramos hoy el día de la Infancia Misionera y estamos en el Octavario por la Unidad de los Cristianos. El Evangelio y la segunda lectura, respectivamente, vienen muy bien para estas campañas.

A lo largo de este año vamos a ir leyendo el Evangelio de Mateo. Con el texto de este domingo comenzamos a recorrer la vida pública de Jesús. El Evangelio de hoy es como una gran presentación, un gran programa, de lo que va a ser la misión de Jesús.

Jesucristo comienza su misión en Galilea, no en la región de los judíos, sino en la Galilea de los gentiles, el lugar donde Jesús invita a ir después de su resurrección, el lugar desde donde envía a los discípulos a todos los pueblos.

Está claro, desde el principio, que Jesucristo ha venido para todos los pueblos, no sólo para el pueblo judío, que se siente propietario exclusivo de Dios.

El programa de la misión de Jesús, que nos presenta Mateo, es el siguiente:

Convertíos

Está cerca el reino de Dios

Seguidme

"Recorría toda Galilea enseñando en las sinagogas y proclamando el Evangelio del Reino, curando las enfermedades y las dolencias del pueblo".

Jesucristo comienza su misión pidiendo la conversión. Convertirse es cambiar de modo de pensar y de manera de comportarse para que nuestros pensamientos y nuestras obras se parezcan cada vez más a las de Jesucristo.

La conversión debe ser profunda; debe llegar al lugar donde están las motivaciones últimas de nuestra personalidad, donde está la toma de decisiones, y si estas motivaciones y decisiones están hechas desde los valores del mundo; es decir, desde el buscar el poder, el tener, el gozar, debe extirpar esos valores y colocar en su lugar los valores del Evangelio de Jesucristo: el amor a Dios y al prójimo.

La conversión es para toda la vida; porque no estamos todavía convertidos del todo; siempre hay zonas de nuestra personalidad que necesitan de conversión; por ejemplo, todo lo que se refiere a la unión de la fe con la vida: nuestra vida debe manifestar, en sus opciones, pensamientos y obras, la fe que profesamos.

Jesús comienza su misión diciendo que está cerca el reino de Dios. El Reino de Dios es un tema central en el mensaje de Jesús. El reino de Dios es un mundo mejor que tenemos que construir los cristianos desde los valores del Evangelio, Reino que ya ha llegado a nosotros en la persona de Jesucristo, Reino que llegará a su plenitud en el cielo.

El Reino de Dios es el Reino de la Justicia, de la Paz, de la Vida, del Amor...

El Reino de la justicia. Dios es parcial, toma partido por los más débiles o los más desfavorecidos. Dios no puede permanecer imparcial ante tantas injusticias, como un buen padre, defiende más a quien más lo necesita.

El reino de la paz, que no es ausencia de conflictos o de guerras, sino que es algo positivo; la reconciliación de unos con otros y de todos con Dios.

El Reino de la vida, que es una vida plena aquí en la tierra y una vida eterna en el cielo. Dios quiere una vida plena para todos, una vida digna, y por eso quiere liberarnos del peso de la enfermedad y la muerte dándonos una vida eterna.

El Reino del amor, que pone en el centro de la persona al otro y sus necesidades. Un amor universal, abierto a todos; desinteresado, que no busca recompensa; y generoso con las necesidades de los demás.
Jesucristo comienza su misión invitando a seguirle. Desde el principio se muestra necesitado de la colaboración de los hombres para llevar adelante su misión. Hoy, igual que ayer, continúa invitándonos a cada uno de nosotros a dejar tantas cosas que nos estorba y a seguirle.

Jesucristo comienza su misión "... curando las enfermedades y las dolencias del pueblo". Su predicación siempre iba acompañada de obras que expresaban su solidaridad con las personas, su misericordia y su liberación.

Este es el programa de la misión de Jesús:

Convertíos.

Está cerca el Reino de Dios.

Seguidle.

"... curando enfermedades y dolencias del pueblo".



Seguidle..........está cerca el reino de Dios !!!














Fuentes:
Iluminación Divina
Fernando Torres Pérez cmf
José A. Pagola
Pedro Crespo Arias
Ángel Corbalán