miércoles, 31 de agosto de 2011

Mensaje de Nuestro Obispo, Don Antonio, con motivo del nombramiento de su sucesor en la Diócesis!!



1. Momento histórico de alegría y gratitud

Ha llegado el momento de la sucesión apostólica: El Papa Benedicto XVI ha nombrado un nuevo obispo para la Diócesis de Cádiz y Ceuta. Se llama Rafael Zornoza Boy, tiene sesenta y dos años, treinta y seis años ordenado sacerdote, y cinco años ordenado Obispo, ejerciendo como Obispo Auxiliar de la Diócesis de Getafe.

Esta Diócesis va a vivir lo que es realmente la sucesión apostólica del ministerio episcopal. Éste es el camino que garantiza la fiel transmisión del testimonio apostólico. Así, pues, mediante la sucesión apostólica, es Cristo quien llega a nosotros: en la palabra de los Apóstoles y de sus sucesores. Es el mismo Cristo quien nos habla; mediante sus manos es Él quien actúa en los sacramentos; en la mirada de los sucesores de los Apóstoles, es su mirada la que nos envuelve y nos hace sentirnos amados y acogidos en el corazón de Dios. También hoy, como al inicio, Cristo mismo es el verdadero Pastor y Guardián de nuestras almas, al que seguimos con gran confianza, gratitud y alegría.

Podemos decir muy bien: “Bendito el que viene en nombre del Señor”, al nuevo obispo Rafael. Le damos la bienvenida: Esta Diócesis, querido Rafael, es una Diócesis viva y joven: viva porque en ella está Jesucristo, resucitado y vivo; y joven, porque permanentemente el Espíritu Santo la rejuvenece.

Te vas a encontrar una Diócesis viva en dones, gracias y carismas y con problemas también. Pero no tengas miedo. El Buen Pastor sigue siendo el mismo: Jesucristo.

2.- Semblanza personal de Monseñor Rafael Zornoza Boy

Don Rafael Zornoza Boy nació en Madrid el 31 de julio de 1949 en el seno de una familia numerosa de profundas convicciones cristianas; actualmente tiene sesenta y dos años. Cursó estudios con los Padres Escolapios, simultaneándolos con los de música y piano en el Conservatorio de Madrid.

Ingresó en el Seminario Menor de Madrid y, más tarde, continuando en el Seminario Mayor, donde obtuvo el grado de Bachiller en Teología. Fue ordenado sacerdote en Madrid el 19 de marzo de 1975.

Comenzó su ministerio sacerdotal en la Parroquia de San Jorge, en Madrid, como Vicario Parroquial y después como Párroco. Impulsó la pastoral juvenil, matrimonial y de vocaciones.

Ha sido Consiliario de Acción Católica y encargado de Cursillos de Cristiandad; así como Arcipreste del Arciprestazgo de San Agustín y miembro del Consejo Presbiteral de la Archidiócesis de Madrid.

(Foto, Monseñor Rafael Zornoza Boy)


Con la creación de la nueva Diócesis de Getafe en 1991, se incorporó como secretario particular del primer Obispo de Getafe, Don Francisco José Pérez Fernández Golfín (q.e.p.d.), con el que colaboró muy estrechamente hasta su muerte

Ha sido formador y después Rector del Seminario Mayor de Getafe desde 1994 hasta 2010.
Es licenciado en Teología Bíblica por la Universidad Pontificia de Comillas en Madrid, donde también realizó el curso de Doctorado.

De igual manera, profesor de Teología Fundamental en el Centro Diocesano de Teología; habiendo dedicado siempre una atención especial a los Ejercicios Espirituales.

Preocupado por la evangelización de la cultura, ha formado también varios grupos musicales acreditados con premios nacionales e internacionales. Ha sido colaborador y asesor en trabajos del Secretariado de Liturgia, y Seminarios de la Comisión Episcopal de la Conferencia Episcopal Española.

Fue nombrado por el Santo Padre Benedicto XVI, Obispo de Mentesa y Auxiliar de la Diócesis de Getafe, desde febrero del 2006. Ahora estaba encargado de la Formación Permanente del Clero y de la atención a los sacerdotes jóvenes, así como la atención de la pastoral con los inmigrantes, la pastoral de la juventud, vocacional y ministerial.

Su lema episcopal es: “Muy gustosamente me gastaré y desgastaré hasta dar la vida por vosotros” (2Cor 12,14).

3.- Ante la nueva situación…

La toma de posesión del nuevo obispo será (D.m) anunciada próximamente.

Por mi parte, he sido nombrado por el Santo Padre Benedicto XVI, Administrador Apostólico de la Diócesis de Cádiz y Ceuta.

Hasta el día de la toma de posesión del nuevo Obispo, seguiré ejerciendo el ministerio episcopal como Obispo Administrador Apostólico, no como Obispo titular. A partir de ese momento, seré obispo emérito de la Diócesis de Cádiz y Ceuta.

No me quedaré aquí, iré a Jaén capital, y estaré allí a vuestro servicio en la Residencia de las Hermanitas de los Pobres, desde donde seguiré trabajando. Allí permaneceré hasta que deje de valerme por mi mismo. Entonces volveré de nuevo a Cádiz, donde pasaré mis últimos días y dónde (D.m.) seré enterrado en esta Santa y Apostólica Iglesia Catedral.

Durante los años que he estado con vosotros, queridos gaditanos y ceutíes, me he encontrado muy bien de salud física, psíquica y espiritual; he dado todo lo mejor de mi vida, tal y como soy, y tengo que confesaros que he estado muy contento evangélicamente hablando... He procurado estar cerca, muy cerca de todos: de los sacerdotes, diáconos, los religiosos y religiosas, las Vírgenes Consagradas, y las personas consagradas, los laicos y de todos los aquellos que integran movimientos y carismas… Y, sobre todo, de los pobres, desfavorecidos y enfermos, así como de los inmigrantes, dentro de mis limitaciones, debilidades y fragilidades.

El seminario, --tengo que confesarlo--, he estado muy cerca. He celebrado la Eucaristía con los superiores y seminaristas, siempre que no tenía que celebrar la Eucaristía en otro lugar de la Diócesis. He ordenado unos 50 sacerdotes. Puedo decir que los sacerdotes de la Diócesis de Cádiz y Ceuta son sacerdotes muy alegres, preparados y buenos.

Los religiosos y religiosas que están diseminados en toda la Diócesis de Cádiz y Ceuta, realizan una magnífica labor evangelizadora; así como las Vírgenes consagradas.

El laicado goza de una muy buena preparación y compromiso. La pastoral familiar está siendo muy bien trabajada y valorada, a pesar de las dificultades y el maltrato que ha recibido la familia.

Los jóvenes, esperanza y futuro de la sociedad y de la Iglesia, han dado y continúan dando una buena respuesta y magnífica preparación, con ocasión de la Jornada Mundial de la Juventud, tanto en los días de la Diócesis, como en los días propios de la Jornada Mundial en Madrid. Espero que continúen con la misma ilusión en los años próximos....


Un obispo sin los sacerdotes, los diáconos permanentes, los religiosos y las religiosas, las Vírgenes consagradas, los seminaristas, las familias, y los laicos,… no puede hacer nada.
De modo que ¡mil gracias a todos por vuestra magnífica colaboración!.

A las autoridades civiles y militares les estoy muy agradecido, dado que las relaciones han sido muy fluidas, respetuosas e incluso de cariño y magnífica colaboración.

Contad, como hasta ahora, con mi oración.

Que Dios continúe bendiciendo a esta querida Diócesis de Cádiz y Ceuta.


Reza por vosotros y os bendice.

+ Antonio Ceballos Atienza

Obispo Administrador Apostólico de Cádiz y Ceuta


Hoy es...San Ramón Nonato. Cardenal !!!



Religioso, Cardenal. Patrón de las parturientas.

Un buen ejemplo para las madres de hoy que tratan de limitar la descendencia y algunas, lo que es peor, traman quitar la vida a los indefensos no nacidos.

En la provincia de Lérida (España), en una casita de campo, cerca del pueblo del Portell, y descendientes de las nobles familias de los Fox y Cárdenas, vino al mundo este niño de modo milagroso ya que fue extraído del vientre de su madre cuando ella ya estaba muerta, de aquí el sobrenombre con que es conocido, No-Nato, no nacido.

Los planes de Dios no son nuestros planes. Tampoco los planes de los padres, a veces, son los mejores para sus hijos. En muchas ocasiones, ellos buscan su propio egoísmo en lugar del bien de sus hijos. El padre de Ramón le envío a Barcelona para que hiciera amistad con gente rica, hiciera carrera, y el día de mañana fuera su orgullo y su sostén.

Se le llama Nonato (no-nacido) porque nació después de morir su madre. Ella murió al dar a luz. Después de la muerte le hicieron cesárea para que el niño pudiera nacer.

Ramón significa: "protegido por la divinidad" (Ra=divinidad. Mon=protegido). San Ramón nació en Cataluña, España, en 1204. Muy joven entró en la Congregación de Padres Mercedarios que se dedicaban a rescatar cautivos que los mahometanos habían llevado presos a Argel. Lo recibió el mismo San Pedro Nolasco, fundador de la Comunidad.

Pocos años después de haber entrado de religioso fue enviado con una gran cantidad de dinero a rescatar a los católicos que estaban esclavizados por los musulmanes en Africa. Allá gastó todo el dinero en conseguir la libertad de muchos cristianos y enviarlos otra vez a su patria, de donde habían sido llevados secuestrados por los enemigos de nuestra religión.

Cuando se le acabó el dinero se ofreció el mismo a quedarse como esclavo, con tal de que libertaran a algunos católicos que estaban en grave peligro de perder su fe y su religión por causa de los atroces castigos que los mahometanos les infligían.

Como entre los musulmanes está absolutamente prohibido hablar de la religión católica, y Ramón se dedicó a instruir en la religión a sus compañeros de esclavitud y aun hasta a algunos mahometanos, le dieron terribles tormentos y lo azotaron muchas veces hasta dejarlo casi muerto. Y al fin, como no se callaba, le amarraron la cara a una correa a la cual le echaron candado, para que no pudiera hablar, y no abrían el candado sino cuando iba a comer.

El jefe musulmán, con la esperanza de que Ramón volviera a España y le llevara más dinero para rescatar cristianos, lo dejó en libertad. Pero se dedicó a hablar de nuestra religión a cuantas más personas podía. Esto hizo arder en cólera a los mahometanos y lo volvieron a encarcelar y a atormentar. Al fin San Pedro Nolasco envió a algunos de sus religiosos con una fuerte suma de dinero y pagaron su rescate y por orden de sus superiores volvió a España.

Como premio de tantos heroísmos, el sumo Pontífice Gregorio IX lo nombró Cardenal. Pero San Ramón siguió viviendo humildemente como si fuera un pobre e ignorado religioso.

El Santo Padre lo llamó a Roma para que le colaborara en la dirección de la Iglesia, y el humilde Cardenal emprendió el largo viaje a pie. Pero por el camino lo atacaron unas altísimas fiebres y murió. Era el año 1240. Apenas tenía 36 años. Pero había sufrido y trabajado muy intensamente, y se había ganado una gran corona para el cielo.

A San Ramón le rezan las mujeres que van a tener un hijo, para que les conceda la gracia de dar a luz sin peligro ni tormentos.

San Ramón Nonato: te rogamos por todos los católicos que tienen que sufrir por defender nuestra santa religión


Oración.



¡Oh! Glorioso San Ramón, a cuyo poder sometió Dios la tierra y los elementos, la salud y la enfermedad, la vida y la muerte, hallando en vuestra poderosa intercesión, abogado las doncellas, sucesión las casadas, defensa los que se ven calumniados, cosecha los labradores, puerto los náufragos, redención los cautivos, vista los ciegos y fin todos los males; por aquel vuestro ardiente deseo de recibir el Santísimo Sacramento, que obligó a Jesucristo a daros de sus benditas manos la sagrada Comunión, os suplico intercedáis por mí para que merezca frecuentar este celestial convite, y recibirle por Viático al fin de mi vida, y sobre todo que pueda obtener la gracia especial que os pido y la eterna felicidad de la gloria. Amén.









Fuentes:
Iluminación Divina
Santoral Católico
Ángel Corbalán

martes, 30 de agosto de 2011

Felicidades José Carlos!!!, Un año en San García Abad !!


Vaya por Dios, que pronto pasa el tiempo, cuando este ha sido entretenido y disfrutado. De esto, sabemos los que, por el contrario, hemos padecido de distintas dolencias o contrariedades y el tiempo se hacia eterno. Pero, no, no se trata de esto. Se trata de un aniversario que llena de alegría a nuestra parroquia de San García Abad. Un año con nuestro reverendo, pastor y guía…José Carlos Del Valle Ruiz.

Este pasado domingo, nos explicaba La Palabra de Dios, a través de la homilía. Quizá, sería la número 360 desde que está con nosotros, Gracias a Dios, y como no, a su perseverancia, no ha faltado a ninguna misa, bautizo, comuniones, bodas, etc. Que se hayan celebrado en este año en Nuestra Parroquia de San García Abad. Por supuesto, hablamos de nuestro párroco, el reverendo, José Carlos Del Valle Ruiz.

Centrándonos en esas mismas palabras, y que venían a colación de la explicación del Evangelio de San Mateo…Hizo hincapié con las siguientes palabras del mismo:

“Jesús felicitaba a Pedro, cuando éste, había dicho “Tú eres el Mesías, el hijo de Dios”, sin embargo, más tarde cuando Pedro, le intenta disuadir a Jesús de los peligros iba a pasar y que terminaría con la muerte en la Cruz…

Jesús, le dice , reprendiéndole “Vade retro satanás! Porque piensas como los hombres.
“Jesús, continúa el Padre José Carlos, hizo lo que el Padre, le pidió.

El sufrimiento no le gusta a nadie.

“Todo lo que hace Jesús es buscando la voluntad de Dios”


Nos recordó también que, lo decimos en el Padrenuestro, pero, qué difícil es hacer coincidir nuestra voluntad con la de Dios.

Pero, hay que tener una actitud de sufrimiento en ocasiones para seguir a Jesús.

Este ejemplo, lo leemos a diario en santos y en personas que tras Cristo, van haciendo grandes obras por la comunidad y por cada uno de sus feligreses, para ver este ejemplo, no hay que verlo en la prensa, ni la radio, ni la televisión…lo tenemos aquí presente… nuestro párroco, pastor, guía y amigo..José Carlos

Gracias José Carlos, de parte de todos los feligreses de San García Abad, por hacernos disfrutar de tu compañía y tu buen hacer en este año que llevas con nosotros.



Y hubo celebración.


Procurando de que esta fuera de sorpresa para el homenajeado, nuestro párroco José Carlos, tanto nuestro nuevo ministro y director de Caritas parroquial, Faustino Jiménez, no sólo organizó el evento que consistía en un almuerzo, sino que, además divulgo la noticia entre la feligresía que estaba interesada en tal evento.

El día, lunes y la hora, la propia de la playa, en pleno 29 de Agosto, las vacaciones, hizo que muchos feligreses llamaran , para adherirse al evento y a la vez, disculpándose por múltiples razones: viajes, desplazamientos, trabajo, atención a otros familiares, enfermedades , etc.

Aún así, se dio cita en el lugar de celebración un buen número de feligreses que lo pasaron en grande y en una jornada que pretendía de alguna manera, hacerle un reconocimiento de un trabajo pastoral parroquial bien hecho y con las mejores muestras de cariño.

Es difícil destacar a los feligreses que se dieron cita para homenajear a nuestro párroco, desde aquí, habría que destacar a todos y todas, pero, entre ellas, a Elisenda y Manolo, que a pesar de estar algo enferma, nuestra buena amiga, acudió a la cita y Manolo, su esposo, que llegó recién finalizado del trabajo.

Tras la bendición, como es de tradición y que la llevó a cabo, como no podía ser de otra manera, nuestro párroco, José Carlos, todos los reunidos a la mesa, dieron buena cuenta de un menú que al parecer, fue del agrado de todos los comensales.

A la hora de los brindis, en nombre de todos los feligreses, nuestro compañero, Ángel, leyó unas palabras de homenaje y agradecimiento a nuestro párroco, José Carlos Del Valle Ruiz.

A continuación, Faustino Jiménez, ministro y director de Caritas parroquial de San García Abad, le hizo entrega en nombre de todos los feligreses de San García Abad, una placa conmemorativa del evento, que no es poco. Un año con nosotros.

Por supuesto, al final y tras varias fotos de recuerdo, brindamos porque Dios nos de salud a todos para seguir escuchando y siguiendo La palabra de Dios, en boca de nuestro pastor, párroco y guía…José Carlos Del Valle Ruiz.

Que así sea.


Hoy celebramos al Beato Tomás de Kempis .Autor de La Imitación de Cristo!!

El beato Tomás de Kempis O.S.A. (Kempen, 1380-Zwolle, 30 de agosto de1471) fue un monje cristiano renacentista del siglo XV y el autor de la Imitación de Cristo, uno de los más conocidos libros de devoción cristiana redactado a propósito de la formación de los monjes, pero que ha sido valorado por otros seguidores de Cristo por fuera del monaquismo.

Si bien su autoría fue ampliamente contestada por autores posteriores, en la actualidad se tiene como histórica su atribución.

La Iglesia Católica en especial venera su nombre como "beato" y otros grandes personajes de la espiritualidad cristiana le han dado significativa importancia como Teresita de Lisieux, Bossuet, Juan Bosco, entre otros.

La Iglesia anglicana lo considera santo.



La fama mundial de Tomás de Kempis se debe a que él escribió La Imitación de Cristo: el libro que más ediciones ha tenido, después de la Biblia. Este precioso librito es llamado "el consentido de los libros" porque se ha sacado en las ediciones de bolsillo más hermosas y lujosas, ha tenido ya más de 3,100 ediciones en los más diversos idiomas del mundo. Su primera edición salió en 1472, 20 años antes del descubrimiento de América (un año después de la muerte del autor), y durante más de 500 años ha tenido unas 6 ediciones cada año. Caso raro y excepcional.

Tomás nació en Kempis, cerca de Colonia, en Alemania, en el año 1380.
Era un hombre sumamente humilde, que pasó su larga vida (90 años) entre el estudio, la oración y las obras de caridad, dedicando gran parte de su tiempo a la dirección espiritual de personas que necesitaban de sus consejos.

En ese tiempo muchísimas personas deseaban que la Iglesia Católica se reformara y se volviera más fervorosa y más santa, pero pocos se dedicaron a reformase ellos mismos y a volverse mejores.

Tomás de Kempis se dió cuenta de que el primer paso que hay que dar para obtener que la Iglesia se vuelva más santa, es esforzarse uno mismo por volverse mejor. Y que si cada uno se reforma a sí mismo, toda la Iglesia se va reformando poco a poco.

Una asociación muy útil.

Kempis se reunió con un grupo de amigos en una asociación piadosa llamada "Hermanos de la Vida Común", y allí se dedicaron a practicar un modo de vivir que llamaban "Devoción moderna" y que consistía en emplear largos ratos de oración, la meditación, la lectura de libros piadosos y en recibir y dar dirección espiritual, y dedicarse cada uno después con la mayor exactitud que le fuera posible a cumplir cada día los deberes de su propia profesión. Los que pertenecían a esta asociación hacían progresos muy notorios y rápidos en santidad y la gente los admiraba y los quería.

Un ascenso difícil.

Tomás tiene muchos deseos de ser sacerdote, pero en sus primeros 30 años no lo logra porque sus tentaciones son muy fuertes y frecuentes y teme que después no logre ser fiel a su voto de castidad. Pero al fin entra a una asociación de canónigos (en Windesheim) y allí en la tranquilidad de la vida retirada del mundo logra la paz de su espíritu y es ordenado sacerdote en el año 1414. Desde entonces se dedica por completo a dar dirección espiritual, a leer libros piadosos y a consolar almas atribuladas y desconsoladas. Es muy incomprendido muchas veces y sufre la desilusión de constatar que muchas amistades fallan en la vida (menos la amistad de Cristo) y va ascendiendo poco a poco, aunque con mucha dificultad, a una gran santidad.

Oficios delicados.

Dos veces fue superior de la comunidad de canónigos en su ciudad. Bastante tiempo estuvo encargado de la formación de los novicios. Después lo nombraron ecónomo pero al poco tiempo lo destituyeron porque su inclinación a la vida espiritual muy elevada no lo hacía nada apto para dedicarse a comerciar y a administrar dineros y posesiones. Su alma va pasando por períodos de mucha paz y de angustias y tristezas espirituales, y todo esto lo irá narrando después en su libro portentoso.

El libro que lo hizo famoso.

En sus ratos libres, Tomás de Kempis fue escribiendo un libro que lo iba a hacer célebre en todo el mundo: La Imitación de Cristo. De esta obra dijo un autor: "Es el más hermoso libro salido de la mano de un hombre" (Dicen que Kempis pidió a Dios permanecer ignorado y no conocido. Por eso la publicación de su libro sólo se hizo al año siguiente de su muerte). No lo escribió todo de una vez, sino poco a poco, durante muchos años, a medida que su espíritu se iba volviendo más sabio y su santidad y su experiencia iban aumentando. Lo distribuyó en cuatro pequeños libritos. Entre la redacción de un libro y la siguiente pasaron unos cuantos años.

El libro Primero de la Imitación de Cristo narra cómo es la lucha activa que hay que librar para convertirse y reformarse y los obstáculos que se le presentan a quiénes desean ser santos, entre los cuales está como principal: ser "la sirena" de este mundo, o sea la atracción, el deseo de darle gusto al propio egoísmo y de obtener honores, famas, altos puestos, riquezas y gozos sensuales y vida fácil y cómoda. Este primer librito es como el retrato de lo que Tomás tuvo que sufrir hasta sus 30 años de las luchas y peligros que se le presentaron.

El libro segundo. Fue escrito por Kempis después de haber sufrido muchas tribulaciones, contradicciones, humillaciones y desengaños, especialmente en el orden afectivo. Destituido del cargo de ecónomo, abandonado por amigos que se había imaginado le iban a ser fieles; es entonces cuando descubre que hay una amistad que no defrauda nunca y es la amistad con Jesucristo, y que allí se encuentra la solución para todas las penas del alma. Este libro segundo de la Imitación enseña cómo hay que comportarse en las tribulaciones y sufrimientos. Emplea mucho el nombre de Jesús indicando el afecto muy vivo y profundo que siente hacia el Redentor y que desea sientan sus lectores también.

Cuando redacta el Libro Tercero ya ha subido mas alto en espiritualidad. Aquí ya a Cristo lo llama El Señor. Se ha dado cuenta que la santidad no depende solamente de nuestros esfuerzos sino sobre todo de la ayuda de Dios. Ha crecido en humildad y exclama: "Cayeron los que eran como cedros del Líbano, y yo miserable ¿qué podré esperar de mis solas fuerzas?". Ahora ya no piensa en la muerte como algo miedoso, sino como una liberación del alma para ir a una Patria feliz.

El libro cuarto de la Imitación está dedicado a la Eucaristía y es uno de los más bellos tratados que se han escrito acerca del Santísimo Sacramento. Millones de personas en todos los continentes han leído este librito para prepararse o dar gracias cuando comulgan.

¿Un iluminado?

Muchos autores han pensado que probablemente Tomás de Kempis recibió del cielo luces muy especiales al escribir La Imitación de Cristo. De otra manera no se podría explicar el éxito mundial que este librito ha tenido por más de cinco siglos, en todas las clases sociales.

Otro secreto de su triunfo

Puede ser el que Kempis ha logrado comprender sumamente bien la persona humana con sus miserias y sus sublimes posibilidades, con sus inquietudes y su inmensa necesidad de tener un amor que llene totalmente sus aspiraciones.

Este libro está hecho para personas que quieran sostener una lucha diaria y sin contemplaciones contra el amor propio y el deseo de sensualidad que se opone diametralmente al amor de Dios y a la paz del alma.
Está redactado para quienes quieran independizarse de lo temporal y pasajero y dedicarse a conseguir lo eterno e inmortal.

San Ignacio, San Juan Bosco, Juan XXIII, el presidente mártir, García Moreno y muchísimos más, han leído una página de la Imitación cada día.
¿La leeremos también nosotros? La mejor traducción actual es la que hizo el Apostolado Bíblico Católico, muy actualizada, toda con frases de la Santa Biblia. No dejemos de conseguirla y leerla.







Fuentes:
Iluminación Divina
Santoral Católico
Ángel Corbalán

lunes, 29 de agosto de 2011

Hoy recordamos...El Martirio de San Juan Bautista!!

Es que no hay pecado que se quede sin su respectivo castigo.

Hoy la Iglesia recuerda y celebra el martirio de San Juan Bautista, el precursor de Cristo, antesala, preludio, anunciador del Mesías que el pueblo judío estaba esperando. Los evangelios le recuerdan como un hombre austero, solitario, que finalmente entregó su vida por aquello que configuró su misión: anunciar la Verdad -que es Cristo- y todas las "verdades" por molestas que sean de escuchar. "Convertíos…"

Por eso, de algún modo, San Juan Bautista no sólo anuncia la cercanía del Reino que llega con Cristo, sino que también con su muerte anuncia la Pascua, el Misterio cristiano. No es fácil vivir dando sentido a la muerte, y menos cuando nos encuentra violentamente. Por eso las palabras de Jeremías: no les tengas miedo… porque Yo estoy contigo para librarte; no les temas, que si no, yo te meteré miedo de ellos. Es muy curiosa esta frase. ¿Cuántas veces son nuestros propios temores ante algo o alguien lo que nos hace realmente apocados, pusilánimes, cobardes?.

Jeremías experimentó que es este mismo Dios que lucha en nuestras luchas y nos acompaña en nuestras empresas, quien nos deja "atrapados" en el miedo, y todo porque no somos capaces de ver más allá, de poner nuestra confianza y nuestras fuerzas en el Señor que nos envía. Recordad a Moisés, a Abraham, o al mismo David ante Goliat: cuando luchamos creyendo firmemente que la batalla es de Dios y no nuestra, no sólo no tememos al mayor de los gigantes, sino que además, cualquier escudo y coraza nos parece demasiado pesado y preferimos seguir con nuestra pequeña onza.




El evangelio de San Marcos nos narra de la siguiente manera la muerte del gran precursor, San Juan Bautista: "Herodes había mandado poner preso a Juan Bautista, y lo había llevado encadenado a la prisión, por causa de Herodías, esposa de su hermano Filipos, con la cual Herodes se había ido a vivir en unión libre. Porque Juan le decía a Herodes: "No le está permitido irse a vivir con la mujer de su hermano". Herodías le tenía un gran odio por esto a Juan Bautista y quería hacerlo matar, pero no podía porque Herodes le tenía un profundo respeto a Juan y lo consideraba un hombre santo, y lo protegía y al oírlo hablar se quedaba pensativo y temeroso, y lo escuchaba con gusto".

"Pero llegó el día oportuno, cuando Herodes en su cumpleaños dio un gran banquete a todos los principales de la ciudad. Entró a la fiesta la hija de Herodías y bailó, el baile le gustó mucho a Herodes, y le prometió con juramento: "Pídeme lo que quieras y te lo daré, aunque sea la mitad de mi reino".

La muchacha fue donde su madre y le preguntó: "¿Qué debo pedir?". Ella le dijo: "Pida la cabeza de Juan Bautista". Ella entró corriendo a donde estaba el rey y le dijo: "Quiero que ahora mismo me des en una bandeja, la cabeza de Juan Bautista".

El rey se llenó de tristeza, pero para no contrariar a la muchacha y porque se imaginaba que debía cumplir ese vano juramento, mandó a uno de su guardia a que fuera a la cárcel y le trajera la cabeza de Juan. El otro fue a la prisión, le cortó la cabeza y la trajo en una bandeja y se la dio a la muchacha y la muchacha se la dio a su madre. Al enterarse los discípulos de Juan vinieron y le dieron sepultura (S. Marcos 6,17).

Herodes Antipas había cometido un pecado que escandalizaba a los judíos porque esta muy prohibido por la Santa Biblia y por la ley moral. Se había ido a vivir con la esposa de su hermano. Juan Bautista lo denunció públicamente. Se necesitaba mucho valor para hacer una denuncia como esta porque esos reyes de oriente eran muy déspotas y mandaban matar sin más ni más a quien se atrevía a echarles en cara sus errores.

Herodes al principio se contentó solamente con poner preso a Juan, porque sentía un gran respeto por él. Pero la adúltera Herodías estaba alerta para mandar matar en la primera ocasión que se le presentara, al que le decía a su concubino que era pecado esa vida que estaban llevando.

Cuando pidieron la cabeza de Juan Bautista el rey sintió enorme tristeza porque estimaba mucho a Juan y estaba convencido de que era un santo y cada vez que le oía hablar de Dios y del alma se sentía profundamente conmovido. Pero por no quedar mal con sus compinches que le habían oído su tonto juramento (que en verdad no le podía obligar, porque al que jura hacer algo malo, nunca le obliga a cumplir eso que ha jurado) y por no disgustar a esa malvada, mandó matar al santo precursor.

Este es un caso típico de cómo un pecado lleva a cometer otro pecado. Herodes y Herodías empezaron siendo adúlteros y terminaron siendo asesinos. El pecado del adulterio los llevó al crimen, al asesinato de un santo.

Juan murió mártir de su deber, porque él había leído la recomendación que el profeta Isaías hace a los predicadores: "Cuidado: no vayan a ser perros mudos que no ladran cuando llegan los ladrones a robar". El Bautista vio que llegaban los enemigos del alma a robarse la salvación de Herodes y de su concubina y habló fuertemente. Ese era su deber. Y tuvo la enorme dicha de morir por proclamar que es necesario cumplir las leyes de Dios y de la moral. Fue un verdadero mártir.

Una antigua tradición cuenta que Herodías años más tarde estaba caminando sobre un río congelado y el hielo se abrió y ella se consumió hasta el cuello y el hielo se cerró y la mató. Puede haber sido así o no. Pero lo que sí es histórico es que Herodes Antipas fue desterrado después a un país lejano, con su concubina. Y que el padre de su primera esposa (a la cual él había alejado para quedarse con Herodías) invadió con sus Nabateos el territorio de Antipas y le hizo enormes daños. Es que no hay pecado que se quede sin su respectivo castigo.


Difícil papel el de ser profeta.

El texto de Jeremías nos recuerda la difícil misión asignada al profeta en un contexto que muchas veces es adverso. Aunque Jeremías se sintiera, por gracia de Dios, convertido simbólicamente en plaza fuerte, muralla y columna de hierro, la realidad era que se veía sometido a duros sufrimientos y persecuciones, como lo serán los profetas del futuro.

La situación de Jeremías pasa por una escena parecida a la que el Evangelio relata sobre Juan el Bautista, y ésa podría aplicarse a todos los evangelizadores, pues éstos de una u otra forma tienen que sufrir adversidades en el mundo.

La vida en servicio a la fe, a la verdad y a la justicia, siempre supone notable carga sobre los hombros de quienes la mantienen.


Oración a san Juan Bautista.

Sagrado precursor de Cristo, que santificado en el vientre de vuestra madre, fuiste la admiración del mundo en el ejercicio de las virtudes y en los privilegios con que te enriqueció Dios. Ángel en la castidad, apóstol en el celo y predicación, y mártir en la constancia con que por reprender al incestuoso Herodes ofrecisteis la cabeza al cuchillo, y en las luces sobrenaturales de que te dotó el cielo, profeta del que llegó a decir el mismo Cristo: "Entre los nacidos de las mujeres ninguno mayor que Juan Bautista"; suplica al Señor que:

por tu penitencia me haga mortificado,
por tu soledad, recogido,
por tu silencio, callado,
casto por tu virginidad,
espiritual por tu contemplación,
e invencible a mis pasiones por la victoria que tu alcanzaste de tus enemigos, para que logre verte en la patria eterna. Amén





Fuentes:
Iluminación Divina
Santoral Católico
Vidas Ejemplares
Ángel Corbalán

domingo, 28 de agosto de 2011

Hoy es...San Agustín de Hipona!!! "Doctor de la Gracia"


"Si queréis recibir la vida del Espíritu Santo,
conservad la caridad, amad la verdad y desead la unidad
para llegar a la eternidad" .

"Tarde te amé, hermosura tan antigua y tan nueva...¡Tarde te amé!
Tú estabas dentro de mí y yo fuera..., y por fuera te buscaba...".

"Nos hiciste, Señor, para ti y nuestro corazón
estará insatisfecho hasta que descanse en Tí...".

"Cuanto mejor es el bueno, tanto más molesto es para el malo."

"La medida del amor es el amor sin medida...". (San Agustín de Hipona)



San Agustín de Hipona (354-430), es el más grande de los Padres de la Iglesia y uno de los más eminentes doctores de la Iglesia occidental, nació en el año 354 en Tagaste (Argelia actual).

Obispo, Doctor de la Iglesia San Agustín ha sido uno de los santos más famosos de la Iglesia católica. Después de Jesucristo y de San Pablo es difícil encontrar un líder espiritual que haya logrado ejercer mayor influencia entre los católicos que este enorme santo.


Su inteligencia era sencillamente asombrosa, su facilidad de palabra ha sido celebrada por todos los países. De los 400 sermones que dejo escritos, han sacado y seguirán sacando material precioso para sus enseñanzas, los maestros de religión de todos los tiempos. Cuando Agustín se convirtió al catolicismo escribió el libro Confesiones, que lo ha hecho famoso en todo el mundo

Su padre, Patricio, un pagano de cierta estación social acomodada, que luego de una larga y virulenta resistencia a la fe, hacia el final de su vida se convierte al cristianismo. Mónica, su madre, natural de África, era una devota cristiana, nacida a padres cristianos. Al enviudar, se consagró totalmente a la conversión de su hijo Agustín. Lo primero que enseñó a su hijo Agustín fue a orar, pero luego de verle gozar de esas santas lecciones sufrió al ver como iba apartándose de la Verdad hasta que su espíritu se infectó con los errores maniqueos y, su corazón, con las costumbres de la disoluta Roma."Noche y día oraba y gemía con más lágrimas que las que otras madres derramarían junto al féretro de sus hijos", escribiría después Agustín en sus admirables Confesiones. Pero Dios no podía consentir se perdiese para siempre un hijo de tantas lágrimas. Mónica murió en Ostia, puerto de Roma, el año de 387, asistida por su hijo.

Juventud y estudios
Agustín se educó como retórico en las ciudades norteafricanas de Tagaste, Madaura y Cartago. Entre los 15 y los 30 años vivió con una mujer cartaginesa cuyo nombre se desconoce, con quien tuvo un hijo en el año 372, llamado Adeodatus, que en latín significa regalo de Dios.

Contienda intelectual

Inspirado por el tratado Hortensius de Cicerón, Agustín se convirtió en un ardiente buscador de la verdad, que le llevó a estudiar varias corrientes filosóficas. Durante nueve años, del 373 al 382, se adhirió al maniqueísmo, filosofía dualista persa, muy extendida en aquella época por el imperio romano. Su principio fundamental es el conflicto entre el bien y el mal, y a Agustín el maniqueísmo le pareció una doctrina que parecía explicar la experiencia y daba respuestas adecuadas sobre las cuales construir un sistema filosófico y ético.
Además, su código moral no era muy estricto; Agustín recordaría posteriormente en sus Confesiones: "Concédeme castidad y continencia, pero no ahora mismo".

Desilusionado por la imposibilidad de reconciliar ciertos principios maniqueístas contradictorios, Agustín, abandona la doctrina y decide por el escepticismo. En el año 383 se traslada de Cartago a Roma, y un año más tarde se va a Milán como profesor de retórica. Allí se mueve en círculos neoplatónicos.


Rezaba a menudo, "Señor, dame castidad, pero no ahora. "Pero un día, según su propio relato, escuchó una voz, como la de un niño, que le decía: Tolle et legge (toma y lee). Pero, al darse cuenta que estaba completamente solo, le pareció inspiración del cielo y una exhortación divina a leer las Santas Escrituras. Abrió y leyó el primer pasaje que apareció al azar: "…no deis vuestros miembros, como armas de iniquidad al pecado, sino ofreceos más bien a Dios como quienes, muertos, han vuelto a la vida, y dad vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia.

Porque el pecado no tendrá ya dominio sobre vosotros, pues que no estaís bajo la Ley, sino bajo la gracia" (Rom 13, 13-14).
Es entonces cuando Agústín se decide, y sin reserva, se entrega en alma y cuerpo a Dios, siguiendo su ley y explicandola a otros. A los 33 años de edad recibe el santo bautismo en la Pascua del año 387. Su madre que se había trasladado a Italia para estar cerca de él, se llenó de gran gozo.

Agustín, ya convertido, se dispuso volver con su madre a su tierra en África, y juntos se fueron al puerto de Ostia a esperar el barco. Pero Mónica ya había obtenido de Dios lo que más anhelaba en esta vida y podía morir tranquila.

Sucedió que estando ahí en una casa junto al mar, por la noche, mientras ambos platicaban debajo de un cielo estrellado de las alegrías que esperaban en el cielo, Mónica exclamó entusiasmada : "¿Y a mí que más me puede amarrar a la tierra ? Ya he obtenido mi gran deseo, el verte cristiano católico. Todo lo que deseaba lo he conseguido de Dios".
Poco días después le invadió una fiebre y murió. Murió pidiendo a su hijo "que se acordara de ella en el altar del Señor". Murió en el año 387, a los 55 años de edad.

Obispo y teólogo

Agustín regresó al norte de África y fue ordenado sacerdote el año 391, y consagrado obispo de Hipona (ahora Annaba, Argelia) en el 395, a los 41 años, cargo que ocuparía hasta su muerte.

Fue un periodo de gran agitación política y teológica; los bárbaros amenazaban el imperio romano llegando incluso a saquear a Roma en el 410, y el cisma y la herejía amenazaban internamente la unidad de la Iglesia.

Agustín emprendió con entusiasmo la batalla teológica y refutó brillantemente los argumentos paganos que culpaban al cristianismo por los males que afectaban a Roma.
Combatió la herejía maniqueísta y participó en dos grandes conflictos religiosos, el uno contra los donatistas, secta que sostenía que eran inválidos los sacramentos administrados por eclesiásticos en pecado.
El otro, contra las creencias pelagianos, seguidores de un monje británico de la época que negaba la doctrina del pecado original.

Durante este conflicto, que duró por mucho tiempo, Agustín desarrolla sus doctrinas sobre el pecado original y la gracia divina, soberanía divina y predestinación.
Sus argumentos sobre la gracia divina, le ganaron el título por el cual también se le conoce, Doctor de la Gracia. La doctrina agustiniana se situaba entre los extremos del pelagianismo y el maniqueísmo.
Contra la doctrina de Pelagio mantenía que la desobediencia espiritual del hombre se había producido en un estado de pecado que la naturaleza humana era incapaz de cambiar. En su teología, los hombres y las mujeres son salvos por el Don de la Gracia Divina. Contra el maniqueísmo defendió con energía el papel del libre albedrío en unión con la gracia.

San Agutín y el niño.


La historia de San Agustín con el niño es por muchos conocida. La misma surge del mucho tiempo que dedicó este gran santo y teólogo a reflexionar sobre el misterio de la Santísima Trinidad, de cómo tres personas diferentes podían constituir un único Dios.

Cuenta la historia que mientras Agustín paseaba un día por la playa, pensando en el misterio de la Trinidad, se encontró a un niño que había hecho un hoyo en la arena y con una concha llenaba el agujero con agua de mar. El niño corría hasta la orilla, llenaba la concha con agua de mar y depositaba el agua en el hoyo que había hecho en la arena. Viendo esto, San Agustín se detuvo y preguntó al niño por qué lo hacía, a lo que el pequeño le dijo que intentaba vaciar toda el agua del mar en el agujero en la arena. Al escucharlo, San Agustín le dijo al niño que eso era imposible, a lo que el niño respondió que si aquello era imposible hacer, más imposible aún era el tratar de decifrar el misterio de la Santísima Trinidad.

Oración

Renueva, Señor, en tu Iglesia el espíritu que infundiste en San Agustín para que, penetrados de ese mismo espíritu, tengamos sed de Tí, fuente de sabiduría, te busquemos como el único amor verdadero y sigamos los pasos de tan gran santo. Por Jesucristo, Nuestro Señor. Amén.

Oración por las Vocaciones

Glorioso Padre San Agustín, que abriste un camino de entrega a Dios
al descubrir la hermosura de la vida religiosa; concédeme a mí, que me creo también llamado por Él, a ver claramente mi camino; ayúdame a ser fiel a esa vocación divina; que la estime en todo su valor, que huya de las personas y cosas que me la pueden arrebatar; que sea desde hoy muy generoso para decir sí el día de mi total entrega. Amén.

Para finalizar, algunas de sus frases más famosas:

"Ama y haz lo que quieras. Si callas, callarás con amor; si gritas, gritarás con amor; si corriges, corregirás con amor, si perdonas, perdonarás con amor.".

"Dios no manda cosas imposibles, sino que, al mandar lo que manda, te invita a hacer lo que puedas y pedir lo que no puedas y te ayuda para que puedas.".

"Los hombres están siempre dispuestos a curiosear y averiguar sobre las vidas ajenas, pero les da pereza conocerse a sí mismos y corregir su propia vida.".

"Reza como si todo dependiera de Dios. Trabaja como si todo dependiera de ti."

"Si quieres conocer a una persona, no le preguntes lo que piensa sino lo que ama."





Fuentes:
Iluminación Divina
Santoral Católico
Recopilación de varias obras
Ángel Corbalán

sábado, 27 de agosto de 2011

Los cristianos solo podemos ir detrás de Jesús!! (Evangelio dominical)


Hoy, día 28 de Agosto, celebramos el domingo XXII del Ciclo Ordinario,en el Evangelio según San Mateo, Jesús, nos deja esa rase que tanto encierra para los cristianos que le seguimos o pretendemos seguir; “El que quiera venir conmigo, que renuncie a sí mismo, que tome su cruz y me siga. Pues el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mí, la encontrará”.

A través de tres hombres de Dios, exponemos la explicación de La Palabra de Dios, desde tres dialécticas diferentes y con la misma fe. Para ello, los textos que hemos selecionado son de : Pedro Guillén Goñi, José A. Pagola y Pedro Crespo Arias, algunos ya habituales en las homilias que presentamos en este Blog, escrito en Algeciras, España y para todo el mundo de habla hispana.

Primera Reflexión.

“Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo”. Así respondía Pedro, el discípulo del Señor, cuando el Maestro preguntaba a sus discípulos sobre su identidad. Definición sincera y heroica ante el rechazo e incomprensión que Jesús sentía cuando anunciaba la instauración del Reino de Dios.

En el evangelio de hoy, Mateo nos describe las profundas discrepancias que existían en la forma de entender “el ser Mesías” entre sus discípulos y el mismo Jesucristo.
El Señor les quiere aclarar desde el principio que el ser Hijo de Dios va a pasar por el sufrimiento y la cruz. Los discípulos seguían creyendo en un Mesías cuyas señas de identidad eran la fuerza y el poder. Este anuncio de sufrimiento y cruz como paso previo para alcanzar la vida eterna siembra en los discípulos el desconcierto, la decepción y el rechazo. Será el mismo Pedro quien, tomando nuevamente la iniciativa, le indica que eso es imposible. Jesús le indica que de forma dura y exigente que debe adoptar una actitud de comprensión y aceptación al estilo de vida que Él anuncia y configurarse plenamente con los valores del Reino. El discípulo incondicional de Jesús es quien da prioridad al mensaje del Señor por encima de su voluntad, sus legítimas aspiraciones y su proyecto de vida. Esto implica aceptar los riesgos y retos que el modelo a seguir conlleva. ¿Somos, tal vez, de los que proclaman y defienden la fe en Cristo y desconocen o huyen del camino que conduce a Él?.

La experiencia del apóstol Pedro es fiel reflejo de lo que nos sucede a todos. Cuando las cosas nos salen bien somos capaces de reconocer al Señor en cualquier oportunidad de nuestra vida. Nos resulta fácil relacionarnos con Él y la alabanza y agradecimiento brotan espontáneamente desde la hondura de nuestro corazón.
Pero cuando nos visita la adversidad, el sufrimiento inesperado, la incomprensión, no aceptamos de buen grado que allí, entre la cruz, también está el Señor. Y, sin embargo, Jesús afirma que quien quiera seguir su camino ha de aceptar la cruz porque es camino de la resurrección y de la salvación.
Entonces “nos vamos desprendiendo de la vida” pero la ganamos para la causa del Señor que se acerca a nosotros para fortalecernos y darnos su paz.

La experiencia del profeta Jeremías, narrada en la primera lectura, es elocuente: las dificultades, los sinsabores, los disgustos nos aprietan por todos lados pero quien acepta la Palabra de Dios responsablemente sabe que el Señor está con él y saldrá victorioso de cualquier dificultad porque nunca nos abandona.


DETRÁS DE JESÚS


Jesús pasó algún tiempo recorriendo las aldeas de Galilea. Allí vivió los mejores momentos de su vida. La gente sencilla se conmovía ante su mensaje de un Dios bueno y perdonador. Los pobres se sentían defendidos. Los enfermos y desvalidos agradecían a Dios su poder de curar y aliviar su sufrimiento. Sin embargo no se quedó para siempre entre aquellas gentes
que lo querían tanto.

Explicó a sus discípulos su decisión: «tenía que ir a Jerusalén», era necesario anunciar la Buena Noticia de Dios y su proyecto de un mundo más justo, en el centro mismo de la religión judía. Era peligroso. Sabía que «allí iba a padecer mucho». Los dirigentes religiosos y las autoridades del templo lo iban a ejecutar. Confiaba en el Padre: «resucitaría al tercer
día».

Pedro se rebela ante lo que está oyendo. Le horroriza imaginar a Jesús clavado en una cruz. Sólo piensa en un Mesías triunfante. A Jesús todo le tiene que salir bien. Por eso, lo toma aparte y se pone a reprenderle: «No lo permita Dios, Señor. Eso no puede pasarte».
Jesús reacciona con una dureza inesperada. Este Pedro le resulta desconocido y extraño. No es el que poco antes lo ha reconocido como "Hijo del Dios vivo". Es muy peligroso lo que está insinuando. Por eso lo rechaza con toda su energía: «Apártate de mí Satanás». El texto dice literalmente: «Ponte detrás de mí». Ocupa tu lugar de discípulo y aprende a seguirme. No te pongas delante de mí desviándonos a todos de la voluntad del Padre.

Jesús quiere dejar las cosas muy claras. Ya no llama a Pedro «piedra» sobre la que edificará su Iglesia; ahora lo llama «piedra» que me hace tropezar y me obstaculiza el camino. Ya no le dice que habla así porque el Padre se lo ha revelado; le hace ver que su planteamiento viene de Satanás. La gran tentación de los cristianos es siempre imitar a Pedro: confesar solemnemente a Jesús como "Hijo del Dios vivo" y luego pretender seguirle sin cargar con la cruz. Vivir el Evangelio sin renuncia ni coste alguno. Colaborar en el proyecto del reino de Dios y su justicia sin sentir el rechazo o la persecución. Queremos seguir a Jesús sin que nos pase lo que a él le pasó.

No es posible. Seguir los pasos de Jesús siempre es peligroso. Quien se decide a ir detrás de él, termina casi siempre envuelto en tensiones y conflictos. Será difícil que conozca la tranquilidad. Sin haberlo buscado, se encontrará cargando con su cruz. Pero se encontrará también con su paz y su amor inconfundible. Los cristianos no podemos ir delante de Jesús sino detrás de él.


Lectura del santo evangelio según san Mateo (16,21-27):

En aquel tiempo, empezó Jesús a explicar a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén y padecer allí mucho por parte de los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, y que tenía que ser ejecutado y resucitar al tercer día.
Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo: «¡No lo permita Dios, Señor! Eso no puede pasarte.»
Jesús se volvió y dijo a Pedro: «Quítate de mi vista, Satanás, que me haces tropezar; tú piensas como los hombres, no como Dios.»
Entonces dijo Jesús a sus discípulos: «El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Si uno quiere salvar su vida, la perderá; pero el que la pierda por mí la encontrará. ¿De qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero, si arruina su vida? ¿O qué podrá dar para recobrarla? Porque el Hijo del hombre vendrá entre sus ángeles, con la gloria de su Padre, y entonces pagará a cada uno según su conducta.»

Palabra del Señor


COMENTARIO.


Las lecturas de este domingo XXII del tiempo ordinario nos vienen a plantear que a veces es difícil ser cristiano por las incomprensiones que lleva consigo y porque hay que tomar la cruz para seguir a Cristo.

Un buen resumen de lo que nos quieren decir las lecturas podría ser una frase del salmo responsorial: "Tu gracia vale más que la vida". La gracia de Dios es todo lo que Dios nos da gratuitamente; por ejemplo, la filiación divina y todo lo que Dios va haciendo para que esa relación con él no se rompa por el pecado. Pues bien, esa relación de amistad con Dios vale más que la vida. Fijaos bien en esta frase, pues el ser humano se aferra fuertemente a la vida, seguramente es una de las cosas que más valora. La gracia de Dios vale más que la vida. ¿Creemos esto? ¿Es realmente Dios lo más importante de la vida o nos importa más la salud, el dinero o el amor?

Esta experiencia de que Dios es lo más importante de la vida aparece reflejada en las tres lecturas que hemos escuchado.

La primera lectura del profeta Jeremías cuenta una experiencia del propio profeta: está cansado de tanto tener que denunciar los pecados del pueblo de Israel; le hubiese gustado llevar un mensaje más consolador; incluso está decidido a dejar de hablar de las cosas de Dios. Pero se da cuenta de que la Palabra de Dios hace fuerza en su interior, intenta contenerla y no puede, porque Dios le ha seducido. Dios es más fuerte que las incomprensiones que sufría en su misión.

¡Cuántos cristianos hay que ante la mínima dificultad por el hecho de ser cristianos se echan atrás, silencian su ser cristianos! En el fondo piensan que su vida, su reputación, lo que piensan los demás de ellos es más importante que Dios.

La segunda lectura de San Pablo nos dice que no nos ajustemos a este mundo, sino que nos convirtamos para que sepamos discernir lo que es la voluntad de Dios. Es otra vez lo mismo que antes: ¿Qué tiene más peso en nuestra vida los criterios de Dios o los criterios del mundo? ¿Qué tenemos más en cuenta a la hora de decidir sobre algo, de planear algo, de optar por algo, el tener, el poder, el gozar, o el amor a los demás, la solidaridad, el servicio? Estamos invadidos de los criterios de este mundo y queremos que Dios se ajuste a esos valores.

El texto de Evangelio sigue con el mismo tema: Jesucristo anuncia su pasión y muerte y Pedro no lo entiende porque piensa como los hombres y no como Dios. Pedro está siguiendo a Jesús y no acababa de comprender que Jesucristo tenía que padecer para salvarnos, sin embargo luego terminará dando su vida por Jesús. ¿Comprendemos nosotros que para llegar a la resurrección hay que pasar por la pasión? ¿Lo aceptamos en nuestra vida concreta cuando nos llegan momentos de cruz?

Continúa diciendo el texto del Evangelio: "El que quiera seguir a Jesús que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y le siga. Si uno quiere salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mí, la encontrará. ¿De qué le sirve a un hombre ganar el mundo si pierde su vida?". Como podéis comprobar este texto es un buen comentario de Jesús a esa idea del salmo responsorial: "Tu gracia vale más que la vida". ¿De verdad la gracia de Dios vale más que la vida, más que la salud, el dinero, el amor?

Si vemos que Dios es lo más importante de nuestra vida, nos resultará difícil vivir en los criterios de este mundo, porque tendremos que luchar con nuestra propia inclinación a vivir los criterios del mundo y tendremos que luchar con quienes no comprenden ni quieren los criterios de Dios.

Ser cristiano es: entrar en comunión con la vida de Jesús y sus valores; entrar en comunión con su causa: el Reino de Dios; y entrar en comunión con su destino, que es la cruz. Tenemos que asimilar en nuestro cristianismo este aspecto de cruz, de dolor, de sufrimiento, de incomprensión... como algo que es necesario pasar para llegar a la dicha, a la felicidad.

¡Qué caigamos en la cuenta mentalmente y experiencialmente de que la gracia de Dios vale más que todo en el mundo, aunque eso nos cueste algún tipo de sacrificio!











Fuentes:
Iluminación Divina
Pedro Guillén Goñi
José A. Pagola
Pedro Crespo Arias
Ángel Corbalán