viernes, 25 de febrero de 2011

Mi confianza está puesta en Dios (Evangelio dominical)



No Andéis Agobiados

Con la que está cayendo en tantos países y ahora nos viene Jesús con esto de que no hay que agobiarse por la comida ni por el vestido. Cuesta entender el Evangelio de este domingo en la situación actual.

La realidad es que España tiene un veinte y pico por ciento de desempleo. Eso significa en torno a los cuatro millones y medio de desempleados. Ese desempleo no tiene consecuencias sólo para España sino que repercute en los países de los que tantos emigrantes salieron en los años pasados hacia España en busca de trabajo. En Marruecos, Ecuador, Colombia y otros países se están sintiendo las consecuencias de la crisis española. O bien porque los emigrantes están volviendo a su país de origen –donde no se encuentran precisamente una situación mejor– o bien porque las remesas mensuales se han rebajado considerablemente.

Por otra parte, y para darle un toque de color al panorama, el precio de los alimentos básicos está subiendo en todo el mundo. Naturalmente, eso afecta mucho más a los pobres que a los ricos. Parte de las revueltas políticas que se están produciendo en el norte de África tienen ahí su origen.


¿Qué dice Jesús?

Y el Evangelio de hoy diciéndonos que no hay que agobiarse ni con el vestido ni con la comida ni con nada, que Dios nuestro padre proveerá por nosotros, que lo que tenemos que hacer es buscar el reino de Dios y su justicia y que lo demás se nos dará por añadidura. ¿Se puede entender?

Pues sí. Ciertamente se puede entender a Jesús. Si nos situamos en otra perspectiva: la perspectiva de Dios Padre. Desde ella ponemos las cosas de este mundo, nuestras relaciones personales, nuestra misma persona, en el debido orden de importancia. No se trata de decir que la comida y el vestido no tienen importancia. Jesús no nos dice que hay que dejar el trabajo para dedicarse a hacer el vago. Pero nos recuerda que en nuestra escala de valores la familia, por ejemplo, tiene que ser más importante que el trabajo. Y que las relaciones humanas son más importantes que el dinero o que el vestido. Y que Dios es el padre de todos que de todos cuida. Y que nosotros somo hoy parte fundamental de esa providencia de Dios para todos: para los que nos rodean, para la humanidad en su conjunto, para la creación y también, por qué no, para nosotros mismos.

Tener clara la providencia de Dios y la jerarquía de las cosas nos ayuda a saber comportarnos. Por ejemplo, si la persona es más importante que el vestido que lleva, está claro que debemos tratar y respetar por igual a todas las personas en su dignidad de hijas o hijos de Dios, independientemente del vestido. O lo que es lo mismo, independientemente del nivel social, de su riqueza, de sus estudios, de su poder.



Dios no nos olvida

El trabajo tiene su importancia. Pero no hasta el punto de entregar la vida al trabajo. Hay gente, no sólo ricos, que entregan de tal modo su vida al trabajo que todo lo demás queda subordinado al trabajo. Y lo demás son las relaciones familiares, las amistades, la relación con Dios, etc.

La crisis económica de que hablábamos al principio ha tenido en gran parte su origen en la ambición y codicia de personas que estaban tan centradas en hacer dinero, en ganar mucho que les importaba nada hacer trizas las vidas de los demás. Tomaron decisiones equivocadas que han llevado a consecuencias terribles para muchos. Es el mejor ejemplo de que este Evangelio sigue siendo muy actual. No vale la pena agobiarnos. Hay que poner la confianza en Dios y saber que nosotros somos su providencia para nuestros hermanos y hermanas y para nosotros mismos, que nos debemos cuidar porque somos hijos e hijas de Dios.

Y con esa conciencia vamos a salir a la vida a luchar por hacer de este mundo un lugar más fraterno donde las personas, todos, puedan vivir y no solamente sobrevivir. Porque esa es la voluntad de Dios. Ese es el misterio de Dios del que dice Pablo en la segunda lectura que somos administradores para todos los que nos rodean: que Dios quiere nuestra vida, que Dios nunca nos deja de su mano ni nos olvida, como nos recuerda la primera lectura del profeta Isaías.

Lectura del santo evangelio según san Mateo (6,24-34):


En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Nadie puede estar al servicio de dos amos. Porque despreciará a uno y querrá al otro; o, al contrario, se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero. Por eso os digo: No estéis agobiados por la vida, pensando qué vais a comer o beber, ni por el cuerpo, pensando con qué os vais a vestir. ¿No vale más la vida que el alimento, y el cuerpo que el vestido? Mirad a los pájaros: ni siembran, ni siegan, ni almacenan y, sin embargo, vuestro Padre celestial los alimenta. ¿No valéis vosotros más que ellos? ¿Quién de vosotros, a fuerza de agobiarse, podrá añadir una hora al tiempo de su vida? ¿Por qué os agobiáis por el vestido? Fijaos cómo crecen los lirios del campo: ni trabajan ni hilan. Y os digo que ni Salomón, en todo su fasto, estaba vestido como uno de ellos. Pues, si a la hierba, que hoy está en el campo y mañana se quema en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más por vosotros, gente de poca fe? No andéis agobiados, pensando qué vais a comer, o qué vais a beber, o con qué os vais a vestir. Los gentiles se afanan por esas cosas. Ya sabe vuestro Padre del cielo que tenéis necesidad de todo eso. Sobre todo buscad el reino de Dios y su justicia; lo demás se os dará por añadidura. Por tanto, no os agobiéis por el mañana, porque el mañana traerá su propio agobio. A cada día le bastan sus disgustos.»

Palabra del Señor


COMENTARIO.


¿Qué experiencia tienes de Dios? ¿Cómo es tu relación con él? ¿Qué nivel de confianza tienes en Él? ¿Te pones en sus manos para que se cumpla su voluntad? Son preguntas fundamentales para la vida de fe y que hoy nos plantean las lecturas.

La primera lectura habla del amor fiel de una madre hacia su criatura. La segunda lectura dice que lo que se busca en un administrador es que sea fiel. Cuando una persona tiene esa experiencia de su madre y de su administrador, tiene un alto nivel de confianza, descansa, está seguro.



Lo interesante de la fe es saber llevarla a las cuestiones diarias de una forma real y adulta. Porque hay que reconocer que puede haber modos erróneos e infantiles de entender la fe.

Pues bien, podemos estar en medio de nuestra vida, de la familia, del trabajo o del paro, de la crisis… cansados, sin esperanza, como a la intemperie, agobiados, preocupados por el dinero, tan metidos en los afanes de la vida que nos olvidemos de Dios o la experiencia de Dios nos resulte vacía y estéril para nuestra vida. Si la fe no ilumina la vida diaria es porque hay divorcio entre la fe y la vida; por un lado vivimos y por otro nos relacionamos con Dios. Hay que aprender a llevar la vida a lo que celebramos, por ejemplo, y dejar que la fe y la Palabra iluminen la vida.

También es cierto eso que decimos de "ayúdate y Dios te ayudará" en el sentido de que tenemos que vivir como si todo dependiera de nosotros, sabiendo que, al final, las cosas esenciales dependen de Dios. Es decir, nuestra fe no debe ser opio, por recoger la acusación marxista a los cristianos, que nos impida esforzarnos en la construcción de nuestra vida y de nuestro mundo y, sin embargo, nos deje tranquilos.



Entre estas experiencias, hoy se pone de manifiesto la experiencia creyente genuina: La fidelidad de Dios al ser humano es muy superior a la de un administrador fiel e, incluso, al amor materno; por tanto, confía en Dios y en su divina providencia, pues Dios mira por ti.

Por eso, como suele ocurrir muchos domingos en la Liturgia, el Salmo Responsorial es clave en el mensaje que se quiere transmitir:



Sólo en Dios descansa mi alma,

porque de él viene mi salvación;

sólo él es mi roca y mi salvación;

mi alcázar: no vacilaré.



Descansa sólo en Dios, alma mía,

porque él es mi esperanza;

sólo él es mi roca y mi salvación,

mi alcázar: no vacilaré.



De Dios viene mi salvación y mi gloria,

él es mi roca firme,

Dios es mi refugio.

Pueblo suyo, confiad en él,

desahogad ante él vuestro corazón.



Con esta experiencia religiosa, con este abandono en las manos de Dios, creo que una persona puede estar más descansado, más consciente, más centrado, para poder ver más objetivamente su vida, los acontecimientos, para saber cómo proceder, cómo actuar y dónde (quizá esto es lo más difícil) decirle a Dios: "Hágase como tú quieras".

Hemos de saber que la experiencia religiosa es fundamental hoy en día. Cuando tenemos las mejores catequesis, los mejores cursillos, los mejores materiales… estamos descubriendo que quizá todo esto no nos vale porque hay algo básico que estamos dando por supuesto y que nos está fallando: hoy la gente carece de experiencia en la relación personal con Dios. Llevamos años "construyendo" sobre una supuesta base y vamos viendo como todos nuestros esfuerzos se vienen abajo. Hemos puesto nuestra confianza en los recursos materiales y humanos, de nuevo, más que en Dios.

Hay que descansar en Dios y enseñar a que la gente encuentre en Él también su descanso.








Fuentes:
Ilumnnación Divina
Pedro Crespo Arias
Fernando Torres Pérez cmf.
Ángel Corbalán

lunes, 21 de febrero de 2011

Bienvenidos los que trabajan por la Paz y la justicia!!! (Oración al Altísimo)


Hay personas envidiosas porque otras hacen el bien. ¡Qué torpeza! Lo que importa es que el bien sea hecho y no importa quién sea el autor. Demos una cálida bienvenida a todas aquellas personas que trabajan por la paz y la justicia, que se preocupan por el bienestar de los ancianos y enfermos, que procuran un medio ambiente saludable.

Nuestra acogida no puede poner barreras en nombre de sus creencias o de su militancia política o de sus convicciones filosóficas. Recordemos las palabras de Jesús: “el que no está contra nosotros, está a favor nuestro”


ALABANZAS AL SANTÍSIMO

Tú eres el santo Señor Dios único, el que haces maravillas.
Tú eres el fuerte, tu eres el grande, tú eres el altísimo,
tú eres el rey omnipotente; tú Padre santo, rey del cielo y de la tierra.
Tú eres el trino y uno, Señor Dios de los dioses;
tú eres el bien, el todo bien, el sumo bien,
Señor Dios vivo y verdadero.
Tú eres el amor, la caridad; tú eres la sabiduría,
tú eres la humildad, tú eres la paciencia,
tú eres la belleza, tú eres la mansedumbre;
tú eres la seguridad, tú eres el descanso,
tú eres el gozo, tú eres nuestra esperanza y alegría,
tú eres la justicia, tú eres la templanza,
tú eres toda nuestra riqueza a satisfacción.
Tú eres la belleza, tú eres la mansedumbre,
tú eres el protector, tú eres nuestro custodio y defensor;
tú eres la fortaleza, tú eres el refrigerio.
Tú eres nuestra esperanza, tú eres nuestra fe,
tú eres nuestra caridad, tú eres toda nuestra dulzura,
tú eres nuestra vida eterna,
grande y admirable Señor,
Dios omnipotente, misericordioso Salvador.


INVOCACIÓN AL ESPÍRITU SANTO


Ven, Espíritu Santo,
llena los corazones de tus fieles,
y enciende en ellos el fuego de tu amor.

Envía tu Espíritu Creador
y renueva la faz de la tierra.

Oh Dios,
que has iluminado los corazones de tus hijos
con la luz del Espíritu Santo;
haznos dóciles a sus inspiraciones
para gustar siempre el bien
y gozar de su consuelo.

Por Cristo nuestro Señor.

Amén.

ORACIÓN Y CONTEMPLACIÓN:



Yo, pecador

Señor!. Cuando me encierro en mí, no existe nada: ni tu cielo y tus montes, tus vientos y tus mares; ni tu sol, ni la lluvia de estrellas.
Ni existen los demás, ni existes Tú, ni existo yo.
A fuerza de pensarme, me destruyo. Y una oscura soledad me envuelve,
y no veo nada y no oigo nada.


Cúrame, Señor, cúrame por dentro, como a los ciegos, mudos y leprosos, que te presentaban. Yo me presento.
Cúrame el corazón, de donde sale, lo que otros padecen y donde llevo mudo y reprimido El amor tuyo, que les debo.

Despiértame, Señor, de este coma profundo, que es amarme por encima de todo. Que yo vuelva a ver (Lc 18, 41) a verte, a verles, a ver
tus cosas a ver tu vida, a ver tus hijos....Y que empiece a hablar, como los niños, -balbuceando-, las dos palabras más redondas de la vida:

¡PADRE NUESTRO!

MONICIÓN AL EVANGELIO



Policarpo significa: el que produce muchos frutos de buenas obras. Este santo , según la tradición, tuvo el honor de ser discípulo de San Juan Evangelista. Hoy recordamos a este mártir del siglo II que dio su vida por amor al Señor. Este es el culmen de la fertilidad, darlo absolutamente todo. Y esta semilla produce sus frutos.

Darnos, darnos, producir fruto, ser útiles a los demás, iluminar el entorno en el que habitamos cada jornada: nuestra casa, el trabajo, las personas que viven con nosotros, con las que nos cruzamos a diario. Cada día de nuestra vida tenemos ocasión de producir obras buenas, de dar frutos.

De nuevo el libro del Eclesiástico nos invita a saborear el don de la Sabiduría, don del Espíritu Santo que Dios da a quien se la pide. Sabiduría que instruye, estimula y guía. “Mucha paz tienen los que aman tus leyes Señor” reza la antífona del salmo que hoy nos propone la liturgia.

REFLEXIÓN.


¿Qué lugar ocupa el Espíritu Santo en tu vida?
¿Cómo se presentan estas tentaciones en nuestra vida cristiana?
¿Qué rasgos tiene la nueva humanidad que propone Jesús?


Lectura del santo evangelio según san Marcos (9,38-40):

En aquel tiempo, dijo Juan a Jesús: «Maestro, hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre, y se lo hemos querido impedir, porque no es de los nuestros.»


Jesús respondió: «No se lo impidáis, porque uno que hace milagros en mi nombre no puede luego hablar mal de mí. El que no está contra nosotros está a favor nuestro.»



Palabra del Señor





COMENTARIO.


“¿Qué más da que no sea de los nuestros si hace el bien?”



Jesús reprende el partidismo de sus discípulos, pues todo aquel que realmente hace el bien y vive en la clave del amor, está muy cerca de Dios.

¡Cuánto tenemos que aprender en nuestras comunidades, parroquias, congregaciones, movimientos…, de los conflictos inútiles y desgaste de energías con los que perdemos el tiempo!... porque estos hicieron, porque aquellos han dicho, porque…, todo fruto de los celos, envidias, deseos de juzgar y etiquetar… ¡No! Nunca rivalicemos ni excluyamos a aquellos que hacen el bien y que van con buena intención aunque no sean de los nuestros. Jesús nos invita a sumar, no a restar.

No seamos nosotros los que pongamos freno a la acción del Espíritu que se vale de múltiples hermanos y signos para realizar la obra de Dios.


PRECES


Al caer la tarde tu Hijo nos ofreció su cuerpo como alimento de vida eterna,
-acepta nuestra oración vespertina y haz que no falten en tu Iglesia vocaciones religiosas al servicio de los más necesitados.

Padre de bondad, que aceptaste la ofrenda de tu Hijo,
- suscita en nuestras parroquias jóvenes dispuestos a dar su vida por ti en servicio a sus hermanos.

Te pedimos Señor por las familias cristianas,
- para que sean “Iglesia doméstica” donde puedan nacer futuras vocaciones para la Iglesia universal.

Te pedimos Señor por los Seminarios y Noviciados
- que los jóvenes que allí se preparan vivan su formación con gozo y generosidad.

Al llegar a su término esta jornada, haz que no decline en la Iglesia la esperanza de tu Reino,
- enriquécela con numerosas vocaciones a la vida consagrada.

Dios misericordioso, que hiciste de María un modelo de entrega a los hermanos,
- haz que los jóvenes vean en ella un modelo a imitar.

Señor Jesús, que en tu peregrinar por los caminos de Palestina, has elegido y llamado a tus apóstoles para que sean pescadores de hombres,
- haz que en todas las actividades de la Pastoral juvenil y vocacional de nuestra Diócesis sean numerosos los frutos que se recojan para mayor gloria de tu Nombre.


Altísimo Señor, baja a escucharnos con la bondad que te distingue,
- Para que todos los sacerdotes y en especial nuestro párroco el padre José Carlos ,sientan cercana en todo instante la especial protección de María Santísima particularmente en los instantes de sus desconsuelos y soledades en el ejercicio de sus misiones.

Padre, acoge estas súplicas que, en este comienzo de cuaresma elevamos a Ti.
- haz que estos días que hoy comenzamos sean de provecho para cada uno de nosotros y de toda tu Iglesia. Te lo pedimos por Jesucristo Nuestro Señor.
Amen.

ORACIÓN FINAL: CONVERSIÓN TOTAL



Sé que algo me estás pidiendo, Señor Jesús.
Tantas puertas abiertas de un solo golpe.
El panorama de mi vida ante mis ojos:
No como en un sueño.

Sé que algo esperas de mí, Señor,
Y aquí estoy,
al pie de la muralla: todo está abierto,
sólo hay un camino libre,
abierto al infinito, el absoluto.

Pero yo no he cambiado, a pesar de todo.
Tendré que tomar contacto
contigo, Señor; buscaré tu compañía,
aún por largo tiempo.
Para morir, pero entonces enteramente.

Como esos heridos que sufren, Señor:
te pido que acabes conmigo.
Estoy cansado de no ser tuyo, de no ser Tú.

AVE MARIA Y GLORIA










Fuentes:
Iluminación Divina.
Juan Lozano cmf.
Ángel Corbalán
Blog Parroquia San Garcia Abad

viernes, 18 de febrero de 2011

Amad a vuestros enemigos !!! (Evangelio dominical)


«Si saludáis sólo a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de extraordinario?»

No es la manifestación sensible de los sentimientos el mejor criterio para verificar el amor cristiano, sino el comportamiento solícito por el bien del otro. Por lo general, un servicio humilde al necesitado encierra, casi siempre, más amor que muchas palabras efusivas.

Pero se ha insistido a veces de tal manera en el esfuerzo de la voluntad que hemos llegado a privar a la caridad de su contenido afectivo.

Y, sin embargo, el amor cristiano que nace de lo profundo de la persona inspira y orienta también los sentimientos, y se traduce en afecto cordial.

Amar al prójimo exige hacerle bien, pero significa también aceptarlo, respetarlo, descubrir lo que hay en él de amable, hacerle sentir nuestra acogida y amor.

La caridad cristiana induce a la persona a adoptar una actitud cordial de simpatía, solicitud y afecto, superando posturas de antipatía, indiferencia o rechazo.

Naturalmente, nuestro modo personal de amar viene condicionado por la sensibilidad, la riqueza afectiva o la capacidad de comunicación de cada uno. Pero el amor cristiano promueve la cordialidad, el afecto sincero y la amistad entre las personas.

Esta cordialidad no es mera cortesía exterior exigida por la buena educación ni simpatía espontánea que nace al contacto con las personas agradables, sino la actitud sincera y purificada de quien se deja vivificar por el amor cristiano.

Tal vez no subrayamos hoy suficientemente la importancia que tiene el cultivo de esta cordialidad en el seno de la familia, en el ámbito del trabajo y en todas nuestras relaciones.
La cordialidad ayuda a las personas a sentirse mejor, suaviza las tensiones y conflictos, acerca posturas, fortalece la amistad, hace crecer la fraternidad.

La cordialidad ayuda a liberarse de sentimientos de egoísmo y rechazo, pues se opone directamente a nuestra tendencia a dominar, manipular o hacer sufrir al prójimo. Quienes saben acoger y comunicar afecto de manera sana y generosa crean en su entorno un mundo más humano y habitable.

Jesús insiste en desplegar esta cordialidad, no sólo ante el amigo o la persona agradable, sino incluso ante quien nos rechaza. Recordemos unas palabras suyas que nos revelan su estilo de ser: «Si saludáis sólo a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de extraordinario?»


Amad a vuestros enemigos


La llamada al amor siempre es seductora. Seguramente muchos acogían con agrado su mensaje. Pero lo que menos se podían esperar era oírle hablar de amor a los enemigos. Viviendo la cruel experiencia de la opresión romana y los abusos de los más poderosos, sus palabras eran un auténtico escándalo. Solo un loco podía decirles con aquella convicción algo tan absurdo: «Amad a vuestros enemigos, orad por los que os persiguen, perdonad setenta veces siete, a quien os hiere en una mejilla, ofrecedle también la otra».

¿Qué está diciendo Jesús? ¿A dónde los quiere conducir? ¿Es esto lo que Dios quiere? ¿Vivir sometidos con resignación a los opresores?

El pueblo judío tenía ideas muy claras. El Dios de Israel es un Dios que conduce la historia imponiendo su justicia de manera violenta. El libro del Éxodo recordaba la terrible experiencia de la que había nacido el pueblo de Dios. El Señor escuchó los gritos de los hebreos e intervino de forma poderosa destruyendo a los enemigos de Israel y vengándolos de una opresión injusta. Si lo adoraban como Dios verdadero era precisamente porque su violencia era más poderosa que la de otros dioses. El pueblo lo pudo comprobar una y otra vez. Dios los protegía destruyendo a sus enemigos. Solo con la ayuda violenta de Dios pudieron entrar en la tierra prometida.

La crisis llegó cuando el pueblo se vio sometido de nuevo a enemigos más poderosos que ellos. ¿Qué podían pensar al ver al pueblo elegido desterrado a Babilonia? ¿Qué podían hacer? ¿Abandonar a Yahvé y adorar a los dioses de Asiría y Babilonia? ¿Entender de otra manera a su Dios? Pronto encontraron la solución: Dios no ha cambiado; son ellos los que se han alejado de él desobedeciendo sus mandatos.

Ahora Yahvé dirige su violencia justiciera sobre su pueblo desobediente, convertido de alguna manera en su «enemigo». Dios sigue siendo grande, pues se sirve de los imperios extranjeros para castigar al pueblo por su pecado.

Pasaron los años y el pueblo empezó a pensar que su castigo era excesivo. El pecado había sido ya expiado con creces. Las esperanzas que se despertaron en el pueblo al volver del destierro habían quedado frustradas. La nueva invasión de Alejandro Magno y la opresión bajo el Imperio de Roma eran una injusticia cruel e inmerecida. Algunos visionarios comenzaron entonces a hablar de una «violencia apocalíptica». Dios intervendría de nuevo de manera poderosa y violenta para liberar a su pueblo destruyendo a quienes oprimían a Israel y castigando a cuantos rechazaban su Alianza. En tiempos de Jesús, nadie dudaba de la fuerza violenta de Dios para imponer su justicia vengando a su pueblo de sus opresores. Solo se discutía cuándo intervendría, cómo lo haría, qué ocurriría al llegar con su poder castigador. Todos esperaban a un Dios vengador. Uno tras otro, los salmos que recitaban pidiendo la salvación hablaban de la «destrucción de los enemigos». Esta era la súplica unánime: «¡Dios de la venganza, Yahvé, Dios vengador, manifiéstate! ¡Levántate, juez de la tierra, y da su merecido a los
soberbios!».

Todo invitaba en este clima a odiar a los enemigos de Dios y del pueblo. Era incluso un signo de celo por la justicia de Dios: «Señor, ¿cómo no voy a odiar yo a los que te odian, y despreciar a los que se levantan contra ti? Sí, los odio con odio implacable, los considero mis enemigos». Este odio se alimentaba sobre todo entre los esenios de Qumrán. Era una especie de principio fundamental para sus miembros: «Amar todo lo que Dios escoge y odiar todo lo que él rechaza». En concreto se pedía a los miembros de la comunidad «amar a todos los hijos de la luz, cada uno según su suerte en el designio de Dios, y odiar a todos los hijos de las tinieblas, a cada uno según su culpa en la venganza de Dios». El trasfondo sombrío del odio aparece en diversos textos donde se invita al «odio eterno contra los varones de corrupción» o a «la cólera contra los varones de maldad». Excitados por este odio, se preparaban para tomar parte en la guerra final de «los hijos de la luz» contra «los hijos de las tinieblas».

Jesús comienza a hablar un lenguaje nuevo y sorprendente. Dios no es violento, sino compasivo; ama incluso a sus enemigos; no busca la destrucción de nadie. Su grandeza no consiste en vengarse, castigar y controlar la historia por medio de intervenciones destructoras. Dios es grande no porque tenga más poder que nadie para destruir a sus enemigos, sino porque su compasión es incondicional hacia todos. «Hace salir su sol sobre buenos y malos, y manda la lluvia sobre justos e injustos». Dios no retiene celosamente su sol y su lluvia. Los comparte con sus hijos e hijas de la tierra sin hacer discriminación entre justos y culpables. No restringe su amor solo hacia los que le son fieles. Hace el bien incluso a los que se le oponen. No reacciona ante los hombres según sea su comportamiento. No responde a su injusticia con injusticia, sino con amor.

Dios es acogedor, compasivo y perdonador. Esta es la experiencia de Jesús. Por eso no sintoniza con las expectativas mesiánicas que hablan de un Dios belicoso o de un Enviado suyo que destruiría a los enemigos de Israel. No parece creer tampoco en las fantasías de los apocalípticos, que anuncian castigos catastróficos inminentes para cuantos se le oponen. No hay que alimentar odio contra nadie, como hacen los esenios de Qumrán. Este Dios que no excluye a nadie de su amor nos ha de atraer a actuar como él.

Jesús saca una conclusión irrefutable: «Amad a vuestros enemigos para que seáis dignos de vuestro Padre del cielo». Esta llamada de Jesús tuvo que provocar conmoción, pues los salmos invitaban más bien al odio, y la ley, en su conjunto, orientaba a combatir contra los «enemigos de Dios».

Jesús no está pensando solo en los enemigos privados que uno puede tener en su propio entorno o dentro de su aldea. Seguramente piensa en todo tipo de enemigos, sin excluir a ninguno: el enemigo personal, el que hace daño a la familia, el adversario del propio grupo o los opresores del pueblo. El amor de Dios no discrimina, busca el bien de todos. De la misma manera, quien se parece a él no discrimina, busca el bien para todos. Jesús elimina dentro del reino de Dios la enemistad. Su llamada se podría recoger así: «No seáis enemigos de nadie, ni siquiera de quien es vuestro enemigo. Pareceos a Dios».

Jesús no presenta el amor al enemigo como una ley universal. Desde su experiencia de Dios contempla ese amor al enemigo como el camino a seguir para parecerse a Dios, la manera de ir destruyendo la enemistad en el mundo. Un proceso que exige esfuerzo, pues se necesita aprender a deponer el odio, superar el resentimiento, bendecir y hacer el bien. Jesús habla de «orar» por los enemigos, probablemente como un modo concreto de ir despertando en el corazón el amor a quien cuesta amar. Pero al hablar de amor no está pensando en sentimientos de afecto, simpatía o cariño hacia quien nos hace mal. El enemigo sigue siendo enemigo, y difícilmente puede despertar en nosotros tales sentimientos. Amar al enemigo es, más bien, pensar en su bien, «hacer» lo que es bueno para él, lo que puede contribuir a que viva mejor y de manera más digna.

Sin respaldo alguno de la tradición bíblica, enfrentándose a los salmos de venganza, que alimentaban la oración de su pueblo, oponiéndose al clima general de odio a los enemigos de Israel, distanciándose de las fantasías apocalípticas de una guerra final contra los opresores romanos, Jesús pregona a todos: «Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odien». El reino de Dios ha de ser el inicio de la destrucción del odio y la enemistad entre sus hijos. Así piensa Jesús.


Lectura del santo evangelio según san Mateo (5,38-48):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Habéis oído que se dijo: "Ojo por ojo, diente por diente." Yo, en cambio, os digo: No hagáis frente al que os agravia. Al contrario, si uno te abofetea en la mejilla derecha, preséntale la otra; al que quiera ponerte pleito para quitarte la túnica, dale también la capa; a quien te requiera para caminar una milla, acompáñale dos; a quien te pide, dale, y al que te pide prestado, no lo rehuyas. Habéis oído que se dijo: "Amarás a tu prójimo" y aborrecerás a tu enemigo. Yo, en cambio, os digo: Amad a vuestros enemigos, y rezad por los que os persiguen. Así seréis hijos de vuestro Padre que está en el cielo, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos. Porque, si amáis a los que os aman, ¿qué premio tendréis? ¿No hacen lo mismo también los publicanos? Y, si saludáis sólo a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de extraordinario? ¿No hacen lo mismo también los gentiles? Por tanto, sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto.»

Palabra de Dios



COMENTARIO.-


"Sed misericordiosos como Dios"


El mensaje de este domingo es desconcertante: "Amad a vuestros enemigos", sustentado por una máxima más general: "Seréis santos como Dios" (1ª Lectura) ó "Sed perfectos como Dios" (Evangelio), que con las palabras del salmo responsorial: "El Señor es compasivo y misericordioso" podemos concluir que se nos pide ser misericordiosos como Dios es misericordioso: comprender, perdonar, compadecerse, solidarizarse… Es la definición de Dios.

¿Quiénes son nuestros enemigos? ¿Cómo debe ser ese amor que se nos pide?

Pues hemos de considerar que normalmente nuestros enemigos son aquellos a quienes nosotros atribuimos nuestros sentimientos de enemistad; somos nosotros sus enemigos y no al revés. Bien es cierto que hay casos notorios en que nos han hecho mal; pero no está de más considerar que la enemistad puede estar en nuestro interior.

Sobre el amor se dice en la primera lectura: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo", mandamiento que Cristo elevó en exigencia: "Amaos como yo os he amado". Él nos amó por encima de sí mismo. Tuvo que situarse por encima de sus sentimientos de miedo a la muerte, de tristeza, de dolor ante la entrega, de la dignidad humillada por las burlas… y, "subido sobre sí" se dispuso a dar la vida por todos. Por eso no debemos entender el amor como sentimiento, no debemos dejar guiar nuestra vida, ni nuestro amor, por los sentimientos que tenemos o provocan en nosotros las personas con las que convivimos. El sentimiento de tristeza ante el sufrimiento, o rechazo de la muerte, no desaparece en el caso de Jesús; sin embargo entrega su voluntad al Padre. Se puede amar a quienes sean nuestros enemigos, aprendiendo del amor de Cristo.

Pero fijaos cómo llega el evangelista Mateo a plantear semejante nivel de amor; porque, claro, un cristiano no se hace en un día y esto es algo más serio de aquello de que "yo ni robo ni mato". Nos movemos en una óptica totalmente diferente, que muchos ni perciben. No sería poco que hoy entendiésemos que ser cristiano es un proceso de identificación con Jesús, con tarea para toda la vida; en vez de quedarnos con la idea de que es imposible amar a los enemigos.

El Evangelio de Mateo, que venimos escuchando en este Ciclo A, comenzaba con este programa: "Convertíos, porque está cerca el Reino de los Cielos… Sígueme" (domingo III); después se nos presentaba el programa de las bienaventuranzas, los valores de la vida de Dios, para construir el Reino y a los que nos tenemos que convertir (domingo IV); desde ahí se nos invitaba a ser Sal de la tierra y Luz del Mundo (domingo V). Y en el domingo pasado (domingo VI) nos planteaba cómo desde un cumplimiento externo de la Ley no se podía vivir este proceso de identificación con la persona de Jesús, su vida, sus criterios, su causa. Mateo presenta a los judíos a Cristo como el Hijo de Dios, motivo central de su proceso para la crucifixión, y ese Hijo de Dios se sitúa por encima de la Ley, lo más sagrado para un judío: "Se dijo a los antiguos… pero yo os digo". La Ley es la Voluntad de Dios. Hay que estar muy identificados con Dios, ponerse en sus manos y estar dispuestos a cumplir su voluntad.

¿Qué puedo hacer para vivir este evangelio tan radical?


Entender que mi vida de cristiano es un proceso de crecimiento en la identificación con Cristo que no termina nunca, pues siempre habrá nuevos aspectos en la vida que pasar por el tamiz de los criterios de Dios.


Sin dejar de sentir lo que hacemos, no dejar que los sentimientos gobiernen mi vida.


Prescindir de toda venganza ante el mal que haya recibido e, incluso, renunciar a la justicia humana. No me refiero a dejar pasar por alto delitos.


Incluso, en vez de apelar a la justicia de Dios y pensar en la otra vida como una retribución de las injusticias sufridas en ésta, ser capaces de pedir a Dios misericordia para quienes nos hacen mal.

Mejor que no soñar es tener sueños altos, pues nos ayudarán a conseguir metas más elevadas. Pues Cristo nos pone un nivel muy a su altura: ser como Él, ser como Dios, ser misericordiosos, ser santos.








Fuentes:
Iluminación Divina
José A. Pagola
Pedro Crespo Arias
Ángel Corbalán

lunes, 14 de febrero de 2011

Poneos en camino !!! (Oración al Altísimo)

Grandes y maravillosas son tus obras,
Señor, Dios omnipotente,
justos y verdaderos tus caminos,
¡oh Rey de los siglos!

¿Quién no temerá, Señor,
y glorificará tu nombre?
Porque tú solo eres santo,
porque vendrán todas las naciones
y se postrarán en tu acatamiento, porque tus juicios se hicieron manifiestos.

ALABANZAS AL SANTÍSIMO


Tú eres santo, Señor Dios único, que haces maravillas.

Tú eres fuerte, tú eres grande, tú eres altísimo, tú eres rey omnipotente, tú, Padre santo, rey del cielo y de la tierra.

Tú eres trino y uno, Señor Dios de dioses, tú eres el bien, todo el bien, el sumo bien, Señor Dios vivo y verdadero.

Tú eres amor, caridad; tú eres sabiduría, tú eres humildad, tú eres paciencia, tú eres belleza, tú eres mansedumbre, tú eres seguridad, tú eres quietud, tú eres gozo, tú eres nuestra esperanza y alegría, tú eres justicia, tú eres templanza, tú eres toda nuestra riqueza a satisfacción.

Tú eres belleza, tú eres mansedumbre; tú eres protector, tú eres custodio y defensor nuestro; tú eres fortaleza, tú eres refrigerio.

Tú eres esperanza nuestra, tú eres fe nuestra, tú eres caridad nuestra, tú eres toda dulzura nuestra, tú eres vida eterna nuestra: Grande y admirable Señor, Dios omnipotente, misericordioso Salvador.


INVOCACIÓN AL ESPÍRITU SANTO


Ven, Espíritu Santo,
llena los corazones de tus fieles,
y enciende en ellos el fuego de tu amor.

Envía tu Espíritu Creador
y renueva la faz de la tierra.

Oh Dios,
que has iluminado los corazones de tus hijos
con la luz del Espíritu Santo;
haznos dóciles a sus inspiraciones
para gustar siempre el bien
y gozar de su consuelo.

Por Cristo nuestro Señor.

Amén.

INTRODUCCIÓN


Nos sentimos muy dichosos por el hecho de poder conmemorar al gran san Cirilo, quien, con su hermano Metodio es honorado como apóstol de los Eslavos y fundador de la literatura eslava. Cirilo fue un gran apóstol que supo llevar a cabo, de forma remarcable, el equilibrio entre las exigencias de la unidad y la legítima diversidad. Para ello se apoyó sobre un principio tradicional e inmutable: la Iglesia respeta y asume todas las virtualidades, todos los recursos, todas las formas de vida de los pueblos, a los cuales anuncia el Evangelio del Señor, purificándolas, fortificándolas, elevándolas. Es así como los santos Cirilo y Metodio pudieron hacer de manera que la revelación de Cristo, la vida litúrgica y la vida espiritual de los cristianos se encontraran «en su propia casa» dentro de la cultura y la vida de los grandes pueblos eslavos.

Pero ¡cuántos esfuerzos ha tenido que hacer Cirilo para ser capaz de llevar a cabo una obra de tal magnitud! Su penetración de la lengua y la cultura de los pueblos eslavos fueron el fruto de largos y perseverantes estudios, de una continua abnegación, llevados a cabo por un genio poco común que supo dar el primer alfabeto a esa lengua y a esa cultura... Con ello sembró la base de un inmenso desarrollo literario y cultural que nunca, hasta nuestros días, no ha cesado de amplificarse y diversificarse... Que san Cirilo, el hombre de la tradición, permanezca siempre como un ejemplo para los hombres de nuestros días en sus esfuerzos por adaptarse a los cambios que se producen, y nos inspire en nuestros esfuerzos para la concordia y la paz entre los pueblos de diversas culturas y tradiciones.


ORACIÓN-MEDITACIÓN: “EN LUGAR DE JESÚS”

Esta modalidad de oración sólo será posible en el Espíritu Santo “que enseña toda la verdad”.
Imaginar a Jesús en adoración, por ejemplo de noche, bajo las estrellas.
Con infinita reverencia, en fe y paz, entra en el interior de Jesús.
Trata de presenciar y revivir lo que Jesús viviría en su relación con el Padre, y así participa de la experiencia profunda del Señor.
Trata de presenciar y revivir los sentimientos de admiración que Jesús sentiría por el Padre.
Decir con el corazón de Jesús, con sus vibraciones, por ejemplo, “glorifica tu nombre”; “santificado sea tu nombre”.

Colocarse en el interior de Jesús, asumir sus armónicas y revivir aquella actitud de ofrenda y sumisión que Jesús experimentaría ante la voluntad del Padre cuando decía:”No sea lo que yo quiero sino lo que quieras Tú”. “Hágase tu voluntad”.
Qué sentiría al decir “como Tú y yo somos una misma cosa”, al pronunciar “Abba” (¡querido Papá), tratar de experimentarlo. Ponerse en el corazón de Jesús para pronunciar la oración de filiación que es el Padre nuestro.
Todo eso (y tantas cosas) hacerlo “mío” en la fe, en el espíritu para revestirme de la disposición interior de Jesús. Y regresar a la vida llevando en mí la vida profunda de Jesús.

MONICIÓN AL EVANGELIO



Hoy celebramos en la liturgia la fiesta de los santos Patronos de Europa Cirilo y Metodio, y a estos grandes evangelizadores se refieren las lecturas y el salmo.

Ellos evangelizaron los pueblos eslavos de las regiones orientales de Europa. E hicieron realidad las palabras de Pablo y Bernabé al ser rechazados por los judíos en la sinagoga de Antioquía de Pisidia, actual Turquía:

«Teníamos que anunciaros primero a vosotros la palabra de Dios; pero como la rechazáis y no os consideráis dignos de la vida eterna, sabed que nos dedicamos a los gentiles. Así nos lo ha mandado el Señor: "Yo te haré luz de los gentiles, para que lleves la salvación hasta el extremo de la tierra."»

El resto de la población de aquella ciudad se sientieron emocionados: “se alegraron y alababan la palabra del Señor”, dice el texto, porque también ellos eran importantes para Dios y elegidos para heredar su reino.



Lectura del santo evangelio según san Lucas (10,1-9):

En aquel tiempo, designó el Señor otros setenta y dos y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir él.

Y les decía: «La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que mande obreros a su mies. ¡Poneos en camino! Mirad que os mando como corderos en medio de lobos. No llevéis talega, ni alforja, ni sandalias; y no os detengáis a saludar a nadie por el camino. Cuando entréis en una casa, decid primero: "Paz a esta casa." Y, si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a vosotros. Quedaos en la misma casa, comed y bebed de lo que tengan, porque el obrero merece su salario. No andéis cambiando de casa. Si entráis en un pueblo y os reciben bien, comed lo que os pongan, curad a los enfermos que haya, y decid: "Está cerca de vosotros el reino de Dios."»

Palabra del Señor


COMENTARIO.


El texto del evangelio nos recuerda cómo es el Señor el que elige y el que envía a los predicadores. En la cifra 72 se resalta la universalidad de los mensajeros y del mensaje que debe llegar a las 72 naciones entonces conocidas. Los envía de dos en dos para que su testimonio tenga todo su valor, como pedía la ley judía.

Así como no hay fronteras para el mensaje de la salvación tampoco las debe haber para las personas que se van a comprometer a llevar esta palabra hasta los confines de la tierra, como dice el salmo: “Id al mundo entero y proclamad el Evangelio”.

El Señor designa y el Señor envía. Y es la fuerza de la Palabra que transmiten sus enviados la que transforma los corazones y suscita nuevas comunidades.

Pablo y Bernabé experimentaron el rechazo, como lo experimentaron también Cirilo y Metodio ochocientos años después. La persecución y el martirio dan mucho más vigor y autenticidad al mensaje. El rechazo de Jesús y de sus enviados tendrá consecuencias irreparables, para quienes se cierran a su palabra, mientras que será motivo de alegría y bendición para quienes la acojan.

Cada vez que leo estos relatos me admiro de la rapidez con que el mensaje de Jesús se extendió por todas las naciones entonces conocidas. ¡Qué hubiera sido en esta época de la globalización!

¡Que estos santos patronos de Europa nos ayuden a todos los que en estos tiempos anunciamos la Palabra de Dios!


PRECES

Al caer la tarde tu Hijo nos ofreció su cuerpo como alimento de vida eterna,
-acepta nuestra oración vespertina y haz que no falten en tu Iglesia vocaciones religiosas al servicio de los más necesitados.

Padre de bondad, que aceptaste la ofrenda de tu Hijo,
- suscita en nuestras parroquias jóvenes dispuestos a dar su vida por ti en servicio a sus hermanos.

Te pedimos Señor por las familias cristianas,
- para que sean “Iglesia doméstica” donde puedan nacer futuras vocaciones para la Iglesia universal.

Te pedimos Señor por los Seminarios y Noviciados
- que los jóvenes que allí se preparan vivan su formación con gozo y generosidad.

Al llegar a su término esta jornada, haz que no decline en la Iglesia la esperanza de tu Reino,
- enriquécela con numerosas vocaciones a la vida consagrada.

Dios misericordioso, que hiciste de María un modelo de entrega a los hermanos,
- haz que los jóvenes vean en ella un modelo a imitar.

Señor Jesús, que en tu peregrinar por los caminos de Palestina, has elegido y llamado a tus apóstoles para que sean pescadores de hombres,
- haz que en todas las actividades de la Pastoral juvenil y vocacional de nuestra Diócesis sean numerosos los frutos que se recojan para mayor gloria de tu Nombre.

Altísimo Señor, baja a escucharnos con la bondad que te distingue,
- Para que todos los sacerdotes y en especial nuestro párroco el padre José Carlos, que sienta cercana en todo instante la especial protección de María Santísima particularmente en los instantes de sus desconsuelos y soledades en el ejercicio de su misione.


ORACIÓN FINAL

Oración de la Madre Teresa de Calcuta

Señor, cuando tenga hambre, dame alguien que necesite comida.
Cuando tenga sed, mándame alguien que necesite bebida.
Cuando tenga frío, mándame alguien que necesite calor.
Cuando tenga un disgusto, preséntame alguien que necesite consuelo.

Cuando mi cruz se haga pesada, haz que comparta la cruz de otro.
Cuando esté pobre, ponme cerca de alguien necesitado.
Cuando me falte tiempo, dame alguien que necesite unos minutos míos.
Cuando sufra una humillación, dame la ocasión de alabar a alguien.
Cuando esté desanimado, mándame alguien a quien tenga que dar ánimo.
Cuando sienta la necesidad de la comprensión de los demás, mándame alguien que necesite la mía.

Cuando sienta necesidad de que me cuiden, mándame alguien a quien tenga que cuidar.
Cuando piense en mi mismo, atrae mi atención hacia otra persona.
Hazme digno, Señor, de servir a mis hermanos, que viven y mueren pobres y hambrientos en este mundo de hoy.
Dales, a través de mis manos, el pan de cada día; y dales paz y alegría, gracias a mi amor comprensivo.
Señor Crucificado y resucitad, enséñanos a afrontar los hechos de la vida cotidiana, a fin de que podamos vivir, dentro de una más grande plenitud.
Tú acogiste humildemente y pacientemente los fracasos de tu vida que te llevaron hasta los sufrimientos de tu crucifixión; ayúdanos a vivir las penas y las luchas que nos trae cada día como ocasión para crecer y para asemejarnos más a ti.
Haznos capaces de mirar esas pruebas con valentía y mansedumbre, llenos de confianza, porque Tú nos sostienes. Qué nada, de ahora en adelante, nos haga sufrir o llorar hasta el punto de olvidar la alegría de tu resurrección!
Tú eres el sol que resplandece del Padre; tú eres la esperanza de la eterna felicidad; tú eres el fuego del amor que incendia nuestros corazones...
Que la alegría de Jesús sea nuestra fuerza, que sea entre nosotros lazo de paz, de unidad y de amor. Amén.

AVE MARÍA Y GLORIA










Fuentes:
Iluminación Divina
Carlos Latorre, claretiano
Ángel Corbalán

sábado, 12 de febrero de 2011

"Buscar el reino de Dios y su justicia". (Evangelio dominical)

Los judíos hablaban con orgullo de la Ley de Moisés. Era el mejor regalo que habían recibido de Dios. En todas las sinagogas la guardaban con veneración dentro de un cofre depositado en un lugar especial. En esa Ley podían encontrar cuanto necesitaban para ser fieles a Dios.

Jesús, sin embargo, no vive centrado en la Ley. No se dedica a estudiarla ni a explicarla a sus discípulos. No se le ve nunca preocupado por observarla de manera escrupulosa. Ciertamente, no pone en marcha una campaña contra la Ley, pero ésta no ocupa ya un lugar central en su corazón.

Jesús busca la voluntad del Dios desde otra experiencia diferente. Le siente a Dios tratando de abrirse camino entre los hombres para construir con ellos un mundo más justo y fraterno. Esto lo cambia todo. La ley no es ya lo decisivo para saber qué espera Dios de nosotros. Lo primero es "buscar el reino de Dios y su justicia".

Los fariseos y letrados se preocupan de observar rigurosamente las leyes, pero descuidan el amor y la justicia. Jesús se esfuerza por introducir en sus seguidores otro talante y otro espíritu: «si vuestra justicia no es mejor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de Dios». Hay que superar el legalismo que se contenta con el cumplimiento literal de leyes y normas.

Cuando se busca la voluntad del Padre con la pasión con que la busca Jesús, se va siempre más allá de lo que dicen las leyes. Para caminar hacia ese mundo más humano que Dios quiere para todos, lo importante no es contar con personas observantes de leyes, sino con hombres y mujeres que se parezcan a él.

Aquel que no mata, cumple la Ley, pero si no arranca de su corazón la agresividad hacia su hermano, no se parece a Dios. Aquel que no comete adulterio, cumple la Ley, pero si desea egoístamente la esposa de su hermano, no se asemeja a Dios. En estas personas reina la Ley, pero no Dios; son observantes, pero no saben amar; viven correctamente, pero no construirán un mundo más humano.

Hemos de escuchar bien las palabras de Jesús: «No he venido a abolir la Ley y los profetas, sino a dar plenitud». No ha venido a echar por tierra el patrimonio legal y religioso del antiguo testamento. Ha venido a «dar plenitud», a ensanchar el horizonte del comportamiento humano, a liberar la vida de los peligros del legalismo.

Nuestro cristianismo será más humano y evangélico cuando aprendamos a vivir las leyes, normas, preceptos y tradiciones como los vivía Jesús: buscando ese mundo más justo y fraterno que quiere el Padre.



Lectura del santo Evangelio según san Mateo (5, 17-37)

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “No crean que he venido a abolir la ley o los profetas; no he venido a abolirlos, sino a darles plenitud.

Yo les aseguro que antes se acabarán el cielo y la tierra, que deje de cumplirse hasta la más pequeña letra o coma de la ley.

Por lo tanto, el que quebrante uno de estos preceptos menores y enseñe eso a los hombres, será el menor en el Reino de los cielos; pero el que los cumpla y los enseñe, será grande en el Reino de los cielos. Les aseguro que si su justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, ciertamente no entrarán ustedes en el Reino de los cielos.

Han oído ustedes que se dijo a los antiguos: No matarás y el que mate será llevado ante el tribunal. Pero yo les digo:

Todo el que se enoje con su hermano, será llevado también ante el tribunal; el que insulte a su hermano, será llevado ante el tribunal supremo, y el que lo desprecie, será llevado al fuego del lugar de castigo.

Por lo tanto, si cuando vas a poner tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene alguna queja contra ti, deja tu ofrenda junto al altar y ve primero a reconciliarte con tu hermano, y vuelve luego a presentar tu ofrenda. Arréglate pronto con tu adversario, mientras vas con él por el camino; no sea que te entregue al juez, el juez al policía y te metan a la cárcel. Te aseguro que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último centavo.

También han oído ustedes que se dijo a los antiguos: No cometerás adulterio; pero yo les digo que quien mire con malos deseos a una mujer, ya cometió adulterio con ella en su corazón. Por eso, si tu ojo derecho es para ti ocasión de pecado, arráncatelo y tíralo lejos, porque más te vale perder una parte de tu cuerpo y no que todo él sea arrojado al lugar de castigo.


También se dijo antes: El que se divorcie, que le dé a su mujer un certificado de divorcio; pero yo les digo que el que se divorcia, salvo el caso de que vivan en unión ilegítima, expone a su mujer al adulterio y el que se casa con una divorciada comete adulterio.

Han oído ustedes que se dijo a los antiguos: No jurarás en falso y le cumplirás al Señor lo que le hayas prometido con juramento. Pero yo les digo: No juren de ninguna manera, ni por el cielo, que es el trono de Dios; ni por la tierra, porque es donde él pone los pies; ni por Jerusalén, que es la ciudad del gran Rey.

Tampoco jures por tu cabeza, porque no puedes hacer blanco o negro uno solo de tus cabellos. Digan simplemente sí, cuando es sí; y no, cuando es no. Lo que se diga de más, viene del maligno”.

Palabra del Señor.





COMENTARIO.


Las lecturas de este domingo VI del tiempo ordinario nos ponen delante el tema de la ley en nuestra relación con Dios. Para la religión judía, en el tiempo de Jesús, es un tema muy importante, pues pensaban que del cumplimiento de la ley les venía la salvación. Y para nosotros, ¿qué supone la ley del Señor en nuestra vida y en nuestra relación con él? ¿Es algo secundario o es algo que tenemos como importante?

Decía la primera lectura que el hombre puede elegir: fuego o agua, muerte o vida; pero aconseja: "guarda sus mandatos, porque es prudencia cumplir su voluntad". Se equipara los mandamientos del Señor con su voluntad y si los cumplimos de ahí nos viene la vida. Es un modo práctico de entender la ley del Señor como su voluntad.

¿Es que Jesucristo no acepta la ley de los judíos como instrumento para vivir su relación con Dios? Nos dice el evangelio que Jesucristo no ha venido a quitar la ley, sino a darle plenitud. Además se nos dice que si no somos mejores que los letrados y los fariseos no entraremos en el reino de los cielos. Resulta que los fariseos, que predicaban y exigían un cumplimiento estricto de la ley, llegaron a caer en una deformación peligrosa: entendían "cumplir la ley" como un mero cumplimiento externo de sus preceptos.

Jesús viene a dar plenitud a esa ley externa, pues no se trata de cumplir con unos mínimos, sino de cumplir desde la interioridad: las acciones del hombre no tienen valor si no proceden del corazón: lo interior es lo que cuenta. Jesús no trata de destruir la ley. Tampoco intenta suavizarla permitiendo una conducta moral más llevadera o relajada. Jesús da a la ley su verdadero sentido. La perfecciona. La lleva a su total y cabal cumplimiento. Cambia la jerarquía de valores: lo menos importante (las acciones externas) debe estar subordinado a lo más importante (la justicia, la misericordia, el corazón). Los mandamientos de la ley no se detienen en la acción externa, comprometen a la persona desde su raíz.

No se trata sólo de no matar físicamente a una persona, sino de no estar peleado con nadie. Hay formas de "matar" a los demás con la crítica, por ejemplo, o con la división ente personas. La reconciliación con los demás se antepone incluso al culto: "si tu hermano tiene quejas contra ti, deja primero tu ofrenda sobre el altar y vete a reconciliarte con tu hermano".

No se trata sólo de no cometer adulterio, sino de ser fiel en el corazón con la persona que te has comprometido, de purificar las intenciones y los gestos.

No se trata sólo de dar acta de repudio a la mujer para separarte de ella, cosa que permitía la ley de Moisés, sino de permanecer unidos durante toda la vida.

No se trata sólo de no jurar en falso, cuando se echa alguna mentira, sino de no jurar en absoluto, de no poner a Dios por testigo, pues la palabra del hombre no debe buscar otra garantía que la sinceridad fraterna.

No se trata de no robar o no matar, sino de amar a los demás. No se trata de no hacer el mal, sino de hacer el bien para manifestar tu amor a los demás. Como decía San Agustín: "Ama y haz lo que quieras", puesto que si amas de verdad estás cumpliendo la ley entera.

Jesucristo ha venido, no para quitar la ley, sino para darle plenitud y la plenitud de la ley está en el amor.

Celebramos hoy la 52 Campaña de Manos Unidas contra el Hambre del mundo, con el lema: "Su mañana es hoy".

Como sabéis Manos Unidas es una asociación católica a la que la Iglesia "le presta el púlpito" para que su voz pueda ser escuchada por más gente y pueda, por consiguiente, tener mayor eco entre los cristianos.

La labor que realiza manos Unidas es inestimable de cara a solucionar los problemas del hambre en el mundo, que, como sabéis, siguen siendo grandes. Este año la Campaña pretende ayudar a cumplir el 4º Objetivo de Desarrollo del Milenio: reducir la mortalidad infantil.

Desde nuestro arciprestazgo Mancha-Oeste hemos asumido un proyecto de promoción de la mujer para una zuna rural de 15 pueblos, de la India en Kolhapur, por un coste de 34.804 €

No se trata, pues, de sentir lástima, y diferir la ayuda esperando que se nos pase el malestar que nos pueden producir los datos asfixiantes de la cruda realidad de la mortalidad infantil hoy en día, sino de caer en la cuenta de que es urgente colaborar, pues "su mañana es hoy"

Se puede cumplir las leyes eclesiásticas y no comprometerse solidariamente con los más desfavorecidos. Eso es lo que critica la celebración de hoy.










Fuentes:
Iluminación Divina
Pedro Crespo Arias
José A. Pagola
Ángel Corbalán